No han querido alojarse en la villa olímpica. Han cambiado las estrecheces comunes para el resto de los mortales por un lujosísimo yate. Sí, son excéntricos, pero nadie duda de que son los mejores. Estados Unidos ha vuelto con una selección de las que imponen. Da igual las ausencias. Hay fondo de armario suficiente como para poder formar más de un equipo llamado a pelear por el oro.

Desde que en Barcelona 92 se abriera la veda a los jugadores de la NBA, la tiranía olímpica de los Estados Unidos solo se tomó un respiro en Atenas. Cinco de los seis últimos oros olímpicos han ido a colgar en el pecho de jugadores norteamericanos. Solo Argentina se ha cruzado en su camino desde que en Seúl 88 aquellos universitarios liderados por David Robinson tuvieran que conformarse con el bronce tras caer en la semifinal ante la Unión Soviética del grandísimo Arvydas Sabonis.

Mike Krzyzewski, el conocido como "Coach K", tampoco se cansa de coleccionar éxitos. El gurú de la Universidad de Duke también estaba en el banquillo cuando en el Mundial de Japón de 2006 Grecia les abatió en la antesala de la final que luego ganaría España holgadamente.

Desde entonces ya han pasado diez años de victorias y más victorias americanas. Solo la generación dorada les ha puesto en más de un aprieto en las dos últimas Olimpiadas; todo se quedó en un susto grande, pero susto al fin y al cabo.

Ni siquiera la ausencia de jugadores como Lebron James o Stephen Curry ha menguado en demasía el potencial de una selección que contará con seis debutantes en competiciones internacionales. Son los casos de Draymond Green, Harrison Barnes, Kyle Lowry, DeAndre Jordan, Jimmy Butler y Paul George, quien se perdió por una espantosa lesión el pasado Mundial de España en 2014.

Respecto a lo que se pueda desarrollar sobre la cancha, prepárense para una sucesión de alley-oops y triples indiscrinados. En la otra parte de la pista ahí estarán los tapones y los robos de balón como acciones más repetidas.

Buen conocedor de las defensas zonales y acompañado además en el banquillo por un maestro de estas artes como Jim Boeheim, entrenador de la Universidad de Syracuse, difícil lo tendrán sus rivales para buscarle las cosquillas por ahí. Además en el proceso de selección de sus jugadores perímetrales se ha incluido a algunas de las mejores muñecas de la NBA desde el arco de tres puntos con Klay Thompson al mando de las operaciones.

El que no está dispuesto a bajarse del carro es Carmelo Anthony. El jugador franquicia de los New York Knicks afronta sus cuartos Juegos Olímpicos con el objetivo de convertirse en el primer jugador de la historia del baloncesto americano en lograr tres oros. China ya comenzó a pagar ayer la factura de tanta voracidad baloncestística.