El poderoso fútbol inglés, el más rico del mundo, se juega gran parte de su prestigio ante la modesta Islandia, el equipo que más simpatías ha despertado en la Eurocopa, que aún sueña con ampliar su gesta hasta los cuartos de final.

Tras la resaca del "Brexit" y de la elecciones islandesas, que el sábado dieron el poder al independiente Gudni Johannesson, el fútbol vuelve a ocupar el centro de atención de dos países que se han volcado con la Eurocopa. Se la juega Inglaterra y, sobre todo, su entrenador Roy Hodgson, cuya continuidad en el cargo está supeditada cuando menos a pasar esta ronda.

Islandia, mientras, acude sin presión. Se ha convertido en el "equipo de todos", tanto por la humildad con la que han afrontado cada encuentro, con sorprendentes empates ante Portugal (1-1) y Hungría (1-1) y un inesperado triunfo en el último instante frente a Austria, como por la simpatía de una afición que ha dejado medio desierta la isla.

Se supone una lucha desigual, entre varios de los jugadores más ricos del mundo y un equipo que cuenta con uno único futbolista en la Premier, Gylfi Sigurdsson, que tras militar dos temporadas en el Tottenham regresó al Swansea.

Pero Inglaterra no encuentra el gol e Islandia hace de cada ocasión un botín. Por eso, Hodgson, que hizo seis infructuosos cambios ante Eslovaquia, alineará juntos a Rooney, Vardy y Kane, lo que se suponía una garantía ofensiva que, de momento, se ha resultado un fiasco.

A los islandeses, mientras, no les preocupa el gol. Convierten casi cada llegada a la meta rival y el resto del tiempo defienden con un coraje que suple todas sus carencias técnicas.Pueden apostar hasta por llegar a los penaltis, momento en que a los ingleses les tiemblan la piernas. Los "pross", invictos en los últimos diez partidos de la Eurocopa, no han alcanzado las semifinales desde 1996, porque salvo en aquella ocasión, en su casa y contra España, siempre fallaron en la resolución.