El belga Tim Wellems (Lotto Soudal) se impuso en solitario en la sexta etapa del Giro de Italia disputada entre Ponte y Roccaraso, de 157 kilómetros, en la que el holandés Tom Dumoulin se afianzó en la maglia rosa al ser el más destacado entre el grupo de favoritos.

Una victoria brillante del clasicómano belga, de 25 años, quien en solitario hizo los últimos 10 kilómetros para dar a su equipo la segunda victoria consecutiva tras la alcanzada por Greipel.

Wellems, doble ganador del Eneco Tour y del Gran Premio de Montreal y este año de una etapa de la París Niza, llegó eufórico con un tiempo de 4h.40.05. A 1.19 minutos entraron el danés Fuglsang (Astana) y el ruso Zakarin (Katusha), a 1.22 Dumoulin, y Alejandro Valverde a 1.36, perdiendo un puñado de segundos respecto a los colombiano Esteban Chaves y Rigoberto Urán, pero por delante de Nibali y Landa, que se dejaron 7 segundos del murciano.

Dumoulin defendió el maillot rosa con uñas y dientes, salió al ataque que lanzó Nibali a 3 de meta y luego le dejó plantado. Se mantuvo al frente, ahora con Fulgsang a 26 segundos y Zakarin a 28. Valverde es sexto a 41, mientras que Nibali pasa a la novena plaza a 6 segundos del murciano. Landa a 27, se aleja un poco más en la pelea de favoritos.

Había expectación ante la primera etapa con final en alto. Comenzó con lluvia, pero el agua no arrugó el ímpetu de los aventureros. No faltó la escapada del día, esta vez con el italiano Bisolti (Nippo), el albano Zhupa (Wilier) y el ruso Kolobnev (Gazprom), que llegaron a alcanzar 6 minutos de ventaja.

A 60 de meta cedió Kolobnev, pero se incorporaron el luxemburgués Didier (Trek), el holandés Ligthart y el belga Wellems (Lotto). Una fuga ya de cinco que ganaba entidad y tiempo de diferencia, pues pasó de estar prácticamente anulada a contar con 8.43 minutos de adelanto a 34 kilómetros de meta.

Las labores de aproximación del Giant se frenaron. No había peligro porque los escapados no amenazaban el maillot rosa de Dumoulin. El holandés se conformó con rodar junto a los favoritos sin malgastar las fuerzas, que harían falta en el ascenso a Rocarasso, un puerto de segunda de 17 kilómetros al 4,5 por ciento de pendiente media y rampas complicadas de hasta el 12, con un buen repecho a pocos kilómetros de la línea.

Se trataba del primer escenario de la 99 edición del Giro para que salieran a escena favoritos. Lo intentó Nibali, con un ataque blando, sin continuidad, que lo único que hizo fue espolear a Dumoulin, que salió disparado, adelantó al Tiburón y se unió al grupo perseguidor de Wellems junto a Zakarin.

Después de la primera cita con la montaña llega la séptima etapa, en teoría otra buena oferta para los velocistas en el trayecto de 211 kilómetros entre Sulmona y Foligno. Un puerto de tercera y otro de cuarta salpican el terreno, sin dificultad alguna.