Yo no voy a hablar del deportista profesional, ídolo de varias generaciones. Conocí a Johan en el año 1999, cuando ya no ejercía de futbolista, ni de entrenador. Había creado su Fundación y acababa de inaugurar, de la mano de su hija Chantal, su Escuela de Negocios, con la cual, firmamos en el año 2000 un acuerdo de colaboración para abrir su sede gallega en nuestras instalaciones de Vigo y A Coruña. Conocí a una persona totalmente diferente a la que reflejaba su imagen pública, una persona muy sencilla, agradable, humana, entrañable, desinteresada, generosa y muy familiar. Familia que es de su idéntica condición.

He sido testigo de cómo le adoraba la gente, fuese madridista o culé. No era partidario de que organizásemos grandes eventos o fastos en su honor, sino mas bien reducidos, a los alumnos y personal.

Querría comentar algunas anécdotas vividas en primera persona. En diversas ocasiones vino a visitarnos, una de ellas para la inauguración de nuestra escuela en A Coruña. Johan la hizo coincidir con el final de la campaña a la presidencia del Barça, en abril de 2003. Los candidatos eran dos amigos suyos, Bassat -el favorito- y Laporta. En la rueda de prensa del evento le preguntaron a quién votaría, a lo que respondió "yo no digo a quién voy a votar, pero todo el mundo lo sabe". Los sondeos electorales a partir de ese momento cambiaron radicalmente y dos días después Joan Laporta ganó las elecciones.

En una ocasión, comiendo en Vigo, le pregunté cual había sido su mejor jugador y me contestó que Romario. Me contó cómo en un partido lo tenía castigado en el banquillo y al ir perdiendo el jugador se dirigió a él y le dijo: "Míster déjeme entrar y levanto el partido". Así fue. Entró Romario y marcó dos goles antológicos que salvaron el partido.

Hace casi diez años, después de jugar un partido que él había organizado con nuestros alumnos, al lado del Nou Camp, y en el que tuve el placer de "marcarlo". Bueno, de marcarme a mí mismo pues él seguía ocupando mucho campo. Me comentaba que en su opinión, en la Massía había niños que, por su edad, aún no debían estar separados de sus padres y que ya les llegaría su momento (aprovecho para transmitirlo a esos padres que están obsesionados con que sus hijos lleguen a ser profesionales).

En diversas ocasiones vino a visitar a nuestros alumnos de Vigo y A Coruña a los cuales quería saludar personalmente, siempre adaptándose a las agendas maratonianas que le preparábamos. Lo mismo le llevábamos a una Feria de Empleo, a visitar al presidente de la Xunta, al alcalde, ? sin que nunca pusiera ninguna pega ni mostrase señal alguna de cansancio o fatiga, con su mayor simpatía, por lo que le estaré siempre muy agradecido. No le interesaba la política, era un espíritu libre.

La última vez que vino a Galicia se sentía joven (6 de diciembre de 2013). Fue para presentar una ponencia dirigida a entrenadores de fútbol -transformó a los entrenadores en formadores-, e inaugurar un Cruyff Court (campo de fútbol sala), con los que la Fundación pretende implantar su filosofía en barriadas populares con pocas dotaciones deportivas. La Fundación viene haciendo desde hace años una gran labor, principalmente con discapacitados. Esta es parte de su legado y deberíamos mantenerlo en el tiempo. A veces se le ha tildado de pesetero. Mi experiencia lo contradice totalmente: Tuvimos ofertas irrechazables económicamente y él ni siquiera entró a valorarlas.

Nos dejó Johan, pero el astro siempre seguirá brillando. D.E.P.

*Presidente de CIP y Cofundador de la Escuela J. Cruyff en Galicia