El Real Madrid se dio un baño de autoestima al conseguir una victoria de prestigio por 84-72, en la repetición de la final de la temporada pasada, a un Olympiacos que vendió cara su suerte.

La sensación de partido grande, importante, trascendental se dejó sentir desde antes del inicio. Mismos protagonistas y mismo escenario de la novena Copa de Europa madridista, apenas hace ocho meses.

De ahí que no extrañaran las precauciones defensivas de ambos equipos, sobre todo de los madrileños que antes de empezar la jornada eran el peor equipo en este aspecto, mientras que los griegos eran la mejor defensa de la Euroliga hasta ayer.