Existe una cierta visión esotérica del fútbol que tiende a considerar la fortuna como un criterio rector de la pelota y al arbitraje, más como una emanación de esa fortuna que como un factor racional. En esta visión orientalista del juego, taoísta o maniquea, las dichas y las desgracias tienden a equilibrarse de forma absoluta a largo plazo. Luz y oscuridad. Es esta la cosmovisión que un futbolista expresa cuando afirma lacónicamente: "Te dan y te quitan". Lo que también podría denominarse ley de las gallinas: "Las que entran, por las que salen".

En este sentido, el Celta alcanza con Fernández Borbalán una harmonía perfecta entre el ying y el yang. La expulsión de Tucu es la cuarta que sufren los célticos esta temporada (Sevilla, Real Madrid y Betis, antes). Como cuatro son las que han sufrido sus rivales (Levante, Rayo Vallecano, Las Palmas y Villarreal). En total, de los quince partidos que el equipo vigués ha disputado en Liga, en ocho alguno de los contendientes ha concluido en inferioridad. Si ante el Granada nadie es expulsado, esa relación quedaría 8:8 (4:4). Un proporción perfecta. Una simetría de profundo significado numerológico. Las matemáticas son el lenguaje de dios, su arquitectura.

A Borbalán le cabe la aplicación de un criterio restrictivo en el uso de los brazos al saltar. El comité ha incidido en sus circulares al respecto en un punto exagerado, que contraviene las leyes físicas y la estructura del cuerpo humano. Es culpa de Tucu la segunda tarjeta amarilla. Debió eludir el riesgo. El Celta la recurrirá. Aún así, por roja o por quinta, el chileno causa baja.

Ya es un error por parte de Borbalán, mal aconsejado por el linier, la anulación de la jugada que concluye con gol de Bongonda. El belga parte en situación legal cuando dispara y es también legítimo el segundo disparo sobre el rechace.

Fernández Borbalán es un árbitro que tiende a generar histeria a su alrededor. Es uno de los de mayor prestigio -dirigió el último clásico-, internacional desde 2010 y "silbato de oro" en 2011. Existen árbitros de última generación, como Hernández Hernández, de mejor temble y pulso que él.

Borbalán, que se olvida en el acta de la expulsión del preparador físico, Pablo Fernández, le hizo un buen servicio al Celta al amonestar a Nolito. El andaluz, lesionado y baja en Granada, limpia así el ciclo. El Celta no puede presumir de haberlo provocado voluntariamente. Fue, digamos, una casualidad conveniente. Un alivio de la desgracia, en esa eterna búsqueda del equilibrio.