El Coruxo se reivindicó ayer en el campo de O Vao con una goleada ante un Compostela que pasó en pocos minutos de tener al alcanza de la mano el empate a sufrir una amplia derrota.

En estas dieciséis jornadas que se han disputado, se ha vuelto habitual esperar a ver los primeros minutos de juego para observar cómo Rafa Sáez sitúa a los jugadores sobre el campo. Ayer apostó por Cifuentes como pareja de Cristóbal en el centro de la defensa, colocó a Acoidán de doble pivote, e incrustó a Santi Comesaña en el centro del campo.

Se vio a un Coruxo dominando el centro del campo y queriendo imponer su juego, pero el primer aviso fue para Orbegozo, resolviendo bien la situación Brais. A partir de ese momento el partido se convirtió en un monólogo. El equipo de O Vao tenía el balón y jugaba cómodo, aunque no conseguía crear excesivo peligro ante la meta de Pato. Fue una vez más una jugada a balón parado la que sirvió para abrir el marcador, y la mejor tarde de Santi Comesaña. El gol pareció desequilibrar el encuentro, pues al Compostela no se le veían trazas de poder darle la vuelta al partido. Además, a dos minutos para llegar al descanso, Santi Comesaña hacía el segundo, un calco al primero, otra vez en una jugada a balón parado.

A pesar del mazazo, los santiagueses no se vinieron abajo, y en la última jugada lograba el tanto que recortaba diferencias y le permitía albergar esperanzas de cara a los segundos cuarenta y cinco minutos. El técnico santiagués arriesgó, sacrificando a un defensa para reforzar el centro del campo, y la apuesta a punto estuvo de darle resultado en la primera jugada de la reanudación. Joaquín se quedó solo ante Brais, pero su disparo salió ajustado al palo. El equipo vigués lo estaba pasando mal, ya que no conseguía recuperar el balón y el Compostela comenzaba a encontrarse cómodo sobre el terreno de juego, aunque no conseguía llegar con peligro ante la meta de Brais. Rafa Sáez trató de ponerle freno a la presión santiaguesa con la incorporación de Antúnez al centro del campo, y dos minutos más tarde llegaba el tanto de la tranquilidad, el tercero de Santi Comesaña.

A partir de ese momento todo fue un coser y cantar para el equipo vigués. El Compostela, hundido, comenzó a dejar huecos y a ofrecer facilidades al juego vigués, que apretando un poco terminó con una goleada.