El Celta Zorka continúa peleado con el pabellón de Navia, y ayer sumó una jornada más sin darle la primera alegría a sus aficionados tras caer ante un Arxil que hizo su trabajo en los primeros diez minutos de juego, y después vivió de rentas.

Ayer, el equipo entrenado por Cristina Cantero no estuvo bien. Las jóvenes jugadoras viguesas volvieron a tener problemas de concentración en el momento en el que el rival conseguía una seria ventaja en el marcador. Esa intranquilidad se reflejó en el trabajo defensivo, en donde el cuadro pontevedrés lo tuvo realmente fácil, y con una ligera presión conseguía recuperar balones y aprovechaba sus segundas opciones de tiro.

Además, si algo tienen claro las jugadoras célticas, es que para tener opciones de victoria las cinco jugadoras tienen que ser una, y no que Laura y Ángela se deslomen bajo los aros para tratar de cerrar el rebote, y que la jugadora franquicia, Sarah Ogoke, se pasee por el campo. El sacrificio tiene que ser de todos, y no que tras la bronca del vestuario, se juegue prácticamente todo balón que caía en sus manos.

Las viguesas no comenzaron mal a pesar de las facilidades que daban en defensa. Aunque Arxil mandaba en el marcador, el Celta Zorka se mantenía en el partido. Las cosas no pintaban mal, sobre todo cuando Gordón, que había hecho mucho daño bajo el aro, cometía su segunda falta y se marchaba al banquillo. Sin embargo la entrada de la holandesa Ress fue una losa ya que sacó más provecho de las numerosas pérdidas de las viguesas en defensa. Además, María Lago también veía aro con facilidad, y en cinco minutos el marcador pasó de un 7-10 a un 9-24, con lo que todo quedaba visto para sentencia.

Con esa diferencia en el marcador, el Arxil se tomó el encuentro de una forma muy diferente, limitándose a aprovechar las facilidades que ofrecía el equipo vigués en defensa para anotar, mientras que en defensivamente las marcas provocaban que las viguesas forzaran los tiros.

Cantero se desesperaba en el banquillo al ver cómo poco a poco el equipo entraba en una dinámica de bloqueo mental que únicamente beneficiaba al cuadro pontevedrés, que se veía con la victoria en el bolsillo a falta de más de veinte minutos por disputarse.

La bronca de Cristina Cantero en el vestuario debió de ser importante, ya que la actitud del equipo desde el salto inicial fue otra muy diferente a la de los dos primeros cuartos, pero por desgracia solamente duró unos minutos, pues mediado el cuarto el Arxil ya dominaba el juego y el marcador electrónico por casi veinte puntos de diferencia. El juego fue malo de solemnidad, como lo demuestra el parcial de 4-9 para las pontevedresas.

Los últimos diez minutos de juego pasaron sin pena ni gloria. El partido ya estaba totalmente sentenciado y cada vez que las viguesas trataban de recortar la diferencia, el Arxil respondía devolviendo las cosas a su sitio.