Nadie se libró ayer en Riazor de las fuertes medidas de seguridad que se han impuesto en Europa tras los últimos atentados del radicalismo islámico. El derbi, declarado de alto riesgo por parte de la Delegación del Gobierno, fue controlado por doscientos efectivos de las fuerzas de seguridad del Estado, apoyados por otros tantos miembros de la policía local y seguridad privada.

Numerosas unidades policiales se apostaron en las inmediaciones del estadio horas antes del comienzo del partido. La presencia policial fue más notable cuando los autobuses de ambos equipos se acercaron a Riazor, en torno a las ocho y media de la tarde. También la entrada de los aficionados del Celta contó con un amplio despliegue policial. Además, en el acceso al campo se realizaron cacheos. De ello no se libraron ni los medios de comunicación.