Quejas, educadas pero amargas, por la gestión que el club efectuó en el reparto de las entradas de Riazor. Aunque el problema se origina en la negativa de la Federación de Peñas a hacerse cargo del asunto, varios accionistas reprochan a la directiva su imprevisión o que la venta, de mañana y en día laborable, dificultase a los abonados de fuera de Vigo su adquisición. También se le pide de forma insistente a Mouriño que no se cobra la cuota de alta en los carnets baby. Y que se congele el precio de los abonos, ya que la salud económica lo permite. O que se pueda fraccionar el pago. Un accionista lamenta que los jugadores, a la conclusión del encuentro no saludasen en Eibar a los aficionados que tan largo viaje habían hecho.

Mouriño rebate o explica. Asegura que todo lo considera, pero también que las cuestiones suelen tener varias lecturas. Encarga a Gudelj el asunto del saludo. Ofrece datos sobre las entradas del derbi (75% fueron para peñistas, 40% para celtistas de fuera de Vigo). Reconoce que el club esperó hasta última hora por si Preferencia podía estar acabada en la segunda vuelta y así intercambiar más entradas con el Deportivo.

Varios accionistas le piden canales de comunicación y uno le ofrece una solución concreta: la creación de una oficina de atención al celtismo. Mouriño acepta de inmediato: "Me parece buena idea. Lo llevaremos al siguiente consejo".