"Es lo mejor para el fútbol gallego", ha comentado Fernando Iglesias en su círculo íntimo. El vigués presentó ayer su dimisión como presidente del Comité Técnico Gallego de Árbitros. La junta directiva de la Federación Gallega la ha aceptado. Su marcha era la condición que exigían los árbitros de Santiago, A Coruña, Ferrol y Lugo para desconvocar su huelga. El problema se resuelve en apariencia, aunque deja totalmente fracturado al colectivo arbitral gallego y debilita la posición de Rafael Louzán.

En sustancia el conflicto ha estallado por el proceso de cambio que Iglesias, nombrado presidente de los arbitros gallegos en febrero, había iniciado. Sus opositores consideran que estaba creando una red clientelar. Él sostiene que estaba construyendo un equipo de su confianza, decisión para la que estaba facultado. El relevo del delegado de Santiago, Carlos Otero, incendió el escenario. Los santiagueses fueron los primeros en declararse en huelga el pasado fin de semana. En los últimos días se les sumaron los coruñeses, lucenses y ferrolanos.

El contagio quedó frenado en el sur. De hecho, las delegaciones de Ourense y Vigo manifestaron su firme apoyo a Fernando Iglesias., así como Pontevedra que también rechazó sumarse a la huelga. Se reproduce así, a nivel arbitral, el mismo cisma territorial que ya se vivió en cierto modo durante las elecciones a la presidencia de la Federación Gallega, que el sureño Louzán le ganó al norteño García Liñares.

La parálisis parecía inevitable. A Coruña, Santiago, Lugo y Ferrol no aceptaban ningún tipo de negociación. Exigían la destitución de Iglesias. Ourense, Vigo y Pontevedra no descartaban declararse en huelga a su vez si Louzán deponía de su cargo a Iglesias. En apariencia, la marcha voluntaria de Iglesias desbloquea la situación. Pero falta por ver cómo reaccionarán realmente los partidarios del dimisionario. El divorcio entre los árbitros gallegos no se resuelve.

En el sur no olvidan las presiones que han sufrido miembros suyos como David Iglesias y Zulema González. Ya que una postura de fuerza ha triunfado con aparente facilidad, toman nota y se reservan sus propias medidas. Es lo que debilita a Rafael Louzán, que ayer aceptó también que Carlos Otero sea repuesto en su cargo de delegado arbitral de Santiago. El presidente de la Federación Gallega tendrá que maniobrar con mucha cautela en los próximos meses para suturar todas las heridas.

El Comité Técnico Gallego de Árbitros debe seguir funcionando. Del día a día se encargarán de forma provisional el secretario del comité, Eduardo Galán, y el director deportivo, Julio Amoedo. Pero Louzán deberá buscar un equipo gestor permanente. Una de las posibilidades es que democratice el proceso de elección del comité y de los delegados.