Más de una hora esperaron varias decenas de aficionados en el aeropuerto de Peinador para ver llegar al Real Madrid. Con las camisetas de los ídolos blancos, pancartas alusivas a Marcelo, Modric, Isco y, sobre todo, al delantero portugués Cristiano Ronaldo, por el que suspiraban desde los más niños hasta los más mayores.

Tras una hilera de vallas blancas los aficionados formaron un amplio pasillo por el que esperaban ver desfilar a sus ídolos. Tazas, fotos, incluso zapatillas deportivas esperaban que los jugadores les estamparan su firma. A medida que se acercaba la hora del aterrizaje del vuelo que traía a Vigo al equipo liderado por Rafa Benítez crecía la expectación en la terminal que cada vez se llenaba más de aficionados e incluso de algún que otro pasajero despistado que no se había enterado que la expedición blanca tenía prevista su llegada de forma inminente.

Una cartulina con letras grandes y varios recortes del futbolista pedía a Isco un autógrafo de forma original: "Isco, si me firmas sería tan feliz como una regaliz". Quizá pensaban los aficionados que un reclamo original provocaría que el futbolista frenara en seco su avance hacia el autobús.

Un vuelo procedente también de Madrid que aterrizaba escasos minutos antes provocó gran revuelo entre los presentes. Nervios y tensión en aumento, pero seguía la espera. La Policía Nacional recolocaba una y otra vez las vallas para contener a los aficionados y también a la prensa.

Los servicios de seguridad del propio Real Madrid permitían a un aficionado en silla de ruedas, un niño de 6 años llamado Miguel que se había roto la tibia, acceder a la zona de recogida de maletas. Allí, con más calma, pudo fotografiarse incluso con el propio Cristiano Ronaldo, que le firmó la camiseta y le acarició la cabeza en un gesto cariñoso.

Pero el desembarco de los jugadores blancos fue un visto y no visto. Apenas un minuto tardaron en subirse al autobús y emprender rumbo al hotel. Gritos y peticiones varias de los aficionados para que se pararan a saludar, a hacerse una foto, pero todas en vano.

Sí se paró Marcelo ante una pancarta inmensa en la que su portador le pedía la camiseta "Marcelo, mi mayor sueño es tu camiseta. Por favor, párate a firmar". Y se paró. También Modric firmó. Los demás, en un desfile casi militar, cabizbajos incluso, salieron directos al autobús, liderados por Rafa Benítez, que fue el primero en salir. Sonriente, pero sin detener su paso en ningún momento.

A continuación, Keylor Navas, Varanne, Sergio Ramos... Y, entre silbidos, apareció entonces Cristiano Ronaldo. Un saludo tímido, desapercibido, casi disimulado, fue todo lo que ofreció el astro mundial a un público que se agolpaba ante las vallas para conseguir el ansiado autógrafo.

Un minuto de júbilo, una hora de espera, y muchos minutos más siguientes de decepción. En otro suspiro la terminal se vació, en un desfile de niños lamentándose porque sus ídolos no llegaron a parase. "Fue todo muy rápido", se lamentaba a su padre un niño ataviado con toda la equipación del Real Madrid, un Real Madrid que pasó como una exhalación por Peinador.