El Mosteiro Bembrive ha convertido la gesta en costumbre. El modesto equipo vigués ha vuelto a plantarse en octavos de final de la Copa del Rey como la pasada temporada, cuando el Barcelona visitó As Travesas. Esta vez será el Santa Coloma y el escenario del próximo martes, el pabellón de la entidad menor. Los olívicos esperan otra noche mágica.

El Mosteiro, que milita en Segunda Division B desde hace cuatro temporadas, ha eliminado a los tres equipos gallegos de División de Honor en esta etapa de su historia. El Azkar Lugo cayó en una edición de la Copa Xunta. El Burela fue su víctima en dieciseisavos de la pasada Copa; en la actual, el Santiago Futsal besó el parqué de Bembrive. Los olívicos hubieran preferido repetir con Barça o recibir a Inter o ElPozo, prebostes nacionales. "Como la dificultad ya se da por hecha, prefieres a un grande que llame más por la taquilla y todo eso", admite el entrenador del Mosteiro, Pitu. Porque el Santa Coloma, decano de la División de Honor, no posee tanto atractivo y es, sin embargo, un adversario casi igual de temible. "Todo un referente", concreta Pitu.

Así que no habrá un duelo contra el Barça congregando a 4.000 espectadores en As Travesas, como sucedió el 6 de noviembre de 2014 (el 2-12 no estropeó la fiesta). Sí un choque atractivo que llenará el pabellón de Bembrive de aficionados soñadores. "Posibilidades siempre tienes", acepta Pitu, aunque añade: "Depende de muchos factores, más de ellos que de nosotros. Los jugadores del Santa Coloma entrenan nueve veces a la semana. Los míos saldrán de trabajar a las ocho de la tarde para jugar a las nueve. Técnica, táctica y físico están de su parte. Ilusión, ganas y apoyo de la afición, de la nuestra, y así se igualan las cosas".

Repetir ante el Santiago Futsal la hazaña firmada ante el Burela excede lo atribuible a la casualidad. "Mis jugadores no son cojos", admite Pitu. "Hay gente joven, con mucha proyección, que ha decidido seguir su carrera en un equipo amateur por cómo está el fútbol sala. En otras circunstancias varios podrían estar jugando en categorías superiores". De hecho, Borrajo probó en División de Honor y Chelito, argentino que disputó tres Mundiales, se ha instalado por razones sentimentales en Vigo, que conoció cuando fichó por el Celta, tras retirarse como profesional.

No ha sido además un verano fácil para el Mosteiro. Pitu ha perdido a cuatro jugadores por cuestiones laborales y en el caso de Bruno, por aventurarse en la liga belga. Otros a veces se ausentan de algún partido por trabajo. Carecen de gimnasio. Los responsables del IMD no les dan la hora pedida en As Travesas. La cancha que hace de hogar es dura. Un técnico de la cantera ejerce de fisioterapeuta. "Hacemos milagros", resume Pitu.

Porque el Mosteiro, pese a las carencias, vuelve a presentarse como candidato a disputar el play off de ascenso. Necesita quedar primero de su grupo. Fue segundo en las dos últimas campañas. "En realidad, ascender sería a día de hoy inviable. Nuestro presupuesto ronda los 40.000 euros y en Segunda se necesitarían 180.000", calcula el entrenador. "Nuestro patrimonio es la ilusión de los chicos".

Pitu dirige el Mosteiro desde 2008. Lleva veinte años en el mundillo. Y reconoce: "Me parece inconcebible que Vigo no tenga un representante en categoría nacional. Son muchos factores, la desunión, alguna mala gestión anterior que hipotecó al fútbol sala vigués, no lo sé. Con la afición que hay y lo mucho que se juega en la ciudad, es una barbaridad".