El Celta estuvo a punto de igualar el domingo su mejor arranque en Primera División. Le faltó que el empate con la UD Las Palmas fuese una victoria más, la tercera de la recién iniciada temporada, para que el equipo de Berizzo conservase además el liderato en la clasificación de la que está considerada como la mejor liga del mundo. El celtismo parecía vivir un idilio permanente con su equipo desde que sacó la cabeza del pozo y recuperó la máxima categoría. El club cree que se está produciendo una grieta entre la afición y el equipo que trata de evitar.

Los jugadores mostraron su disgusto por los silbidos a su compañero Pablo Hernández por un sector del público que acudió el domingo a Balaídos. El club reconoció ayer su preocupación por estas críticas al centrocampista tucumano. Desde Plaza de España hicieron público un comunicado de prensa solicitando "unión" entre la afición y el equipo, y que no se pierda "la perspectiva de la realidad y de los objetivos reales de la entidad". Además, reconocen su "agradecimiento" al celtismo por el apoyo ofrecido a los de Berizzo ante los canarios, entendiendo "la frustración y decepción" que puedan provocar partidos en los que el equipo dilapida ventajas de dos goles ante un rival en inferioridad numérica y que a los 17 minutos perdía por 2-0.

"El club entiende la frustración y decepción que pueden provocar partidos como el de ayer, pero confía en que, como hasta ahora, este tipo de sentimientos, si han de aflorar, afloren una vez concluya el encuentro, como la inmensa mayoría del celtismo entiende". Esa es la conclusión a la que llegan los responsables del Celta tras la polémica que ayer continuó en las redes sociales entre los partidarios y los detractores de Pablo, Tucu, Hernández.

En su comunicado, el Celta evita citar al futbolista sobre el que el domingo se centraron casi todas las protestas de una parte de los diecinueve mil aficionados que acudieron a Balaídos. "Estos silbidos de una pequeña minoría, cuyo destinatario es siempre el equipo, vayan a quien vayan dedicados, son más preocupantes por lo que representan que por su efecto real. Muestran pérdida de perspectiva de la realidad y de los objetivos reales de la entidad. Representan, sobre todo, una pequeña grieta en una comunión cuya solidez fue y será crucial para el Real Club Celta".

El club que preside Carlos Mouriño se remonta a los tiempos difíciles, tanto económicos como deportivos, para destacar la importancia de la unión del celtismo con los jugadores y el cuerpo técnico. "La ejemplar comunión entre equipo y afición, fraguada desde el sufrimiento, es una de las principales razones por las que el Celta disfruta de la Primera División. Esta unión fue vital para lograr el ascenso tras largos años de padecimiento y sacrificio. Y fue clave para lograr una permanencia milagrosa en la que los jugadores creyeron porque el celtismo creyó antes".

"Esta unión ha permitido también que el club disponga en la actualidad de una gran estabilidad, de una situación económica envidiable, de una cantera que arranca elogios en todo el mundo, de ilusionantes proyectos de futuro. Sin el apoyo de la afición, el Celta no hubiera podido consolidarse, avanzar y crecer", añade el club en su nota de prensa.