El Teucro no tuvo piedad. Los pontevedreses demostraron ayer en el Pabellón Municipal por qué van líderes con tres victorias en las tres primeras jornadas de Liga, a la que hay que sumarle otra en la competición copera. Los derbis siempre son especiales porque las diferencias se acortan y muchas veces ser favorito no es una ventaja, por eso la visita del Academia Octavio era el primer test serio para calibrar las posibilidades de los hombres de Quique Domínguez. Y vaya si los superaron. El conjunto vigués, con un proyecto joven y prometedor pero aun en construcción, tan solo aguantó los primeros 12 minutos del partido. De nuevo, la presión defensiva y el contragolpe fueron las mejores armas del Teucro.

Los aficionados empezaron jaleando a los locales, pero quienes salieron más motivados fueron los visitantes. El guardameta de los vigueses, Lloria, fue inicialmente la pesadilla de los azulones, llegando a parar cuatro de los cinco primeros lanzamientos del conjunto local, firmando un parcial en los primeros 7 minutos de 1-4. No llegaban las conexiones de los pontevedreses y Daniel Hernández no bastaba para doblegar a su exequipo, los papeles parecían cambiados.

A diferencia de otros encuntros, el Teucro empezó por abajo en el marcador, pero demostró que también se sabe reponer de los momentos más flojos. Dio imagen de un equipo más hecho, con más veteranía, al cambiar Quique Domínguez la defensa. Los azulones comenzaron a defender más profundo, presionando en los laterales.

La entrada de Ricardo Amérigo fue vital en la reacción azulona. No quiso ser menos que Lloria y comenzó a parar absolutamente todo, incluidos los lanzamientos desde los siete metros.

Fue entonces cuando Carlos García tomó las responsabilidades en ataque, logrando poner de nuevo las tablas en el marcador (5-5) en el minuto 12. Ya no solo era la recuperación, empezaba el hachazo del Teucro, en unos minutos de locura en los que se hizo dueño de la pista a través de contragolpes ante los que nada pudieron hacer los voluntariosos vigueses. Para el colmo Adrián Pumar, una auténtica bala ayer, se sumaba a la fiesta.

A pesar de estar en inferioridad, en cuatro minutos el Teucro hizo un parcial de 4-1, pero la superioridad en el juego provocó que el entrenador del académico, Javier Fernández, "Jabato", pidiera el primer tiempo muerto. La parada técnica no logró cortar la hemorragia y los jugadores del banquillo teucrista hicieron aumentando la distancia hasta los seis goles (13-7). En los últimos minutos de la primera parte los pontevedreses se relajaron y vimos a un Octavio que, cuando les dejaron jugar, apuntaban buenas maneras a pesar de irse al descanso con 17-12.

En el segundo tiempo volvieron las dudas al Teucro. No fue con tanta claridad como en la primera parte, pero el Octavio cogió las riendas del encuentro en los primeros minutos. Fue un espejismo. De nuevo el Teucro, puso una o dos marchas que lo diferencian de otras temporadas. La superioridad visitante había durado apenas cinco minutos, con más juego que resultado, pasando a realizar tímidos intentos de acercarse.

De nuevo el cambio de ritmo empezaba por la portería. Amérigo volvió a pararlas todas, siendo además clave en las salidas a contragolpe que tanto daño están haciendo a los rivales del Teucro esta temporada. Por el Octavio, Víctor León y, especialmente, Óscar Silva llevaban el peligro de los granates, aunque con más ganas que acierto. El partido acabó con un parcial de 6-1 en los últimos 15 minutos.