Lo que nació como "una idea loca en un bar", este fin de semana se ha hecho realidad en Misano. Fátima y Raquel, de Vigo y Mondariz Balneario, cumplieron su sueño de llegar al Gran Premio de San Marino, visitar Tavullia, la ciudad natal de su gran ídolo, Valentino Rossi, y asistir a un gran premio desde el mismísimo paddock. "Yo todavía estoy que no me lo creo", confiesa Raquel desde el circuito italiano.

Después de recorrer 2.500 kilómetros en 20 días, a una media de 150 kilómetros por día, Raquel y Fátima se daban ayer un paseo por los boxes de Bradl para cumplir uno de los objetivos de su viaje: conocer a Valentino Rossi.

A bordo de La Pitufina, una CBR 125r, han llegado a su destino. Y lo han logrado gracias a la "solidaridad de amigos y familiares", que han patrocinado cada etapa de la que constaba su aventura. Gracias a dichas aportaciones y a la venta de camisetas, con el lema de su causa, consiguieron recaudar unos 700 euros con los que pudieron cumplir su reto.

"La idea era hacer algo similar a un Pekín Express", cuenta Raquel. Partían cada etapa sin saber qué les podía deparar el día. "Al final tuvimos que pagarnos cinco noches de hotel", reconoce. Pero el resto consiguieron dónde pernoctar gracias a la solidaridad de la gente. "Tenemos más de 1.600 seguidores en Facebook (Moteras Aventureras) y también un blog y un Twitter. Cuando veíamos que se nos hacía tarde dábamos la voz de alarma en las redes sociales y enseguida aparecía alguien que nos ofrecía su casa y nos daba de comer", relata.

Los preparativos de su aventura llevaron su tiempo. "Hace un año que decidimos hacerlo, pero nos pusimos a trabajar en ello desde junio", cuenta Raquel. La aventura empezó de la mejor forma posible. "En la segunda etapa nos despertamos con una llamada del mecánico de Fátima, que nos decía que su aportación eran unos pases para acceder al circuito. Él trabajó en algún equipo de Moto2 y tenía contactos, pero al llegar aquí alucinamos porque pensábamos que eran unos pases para la grada, pero hemos podido acceder a la zona de paddock y boxes", dicen emocionadas. Una vez dentro, han ido consiguiendo más cosas, ya que su caso resulta de lo más llamativo y se ha corrido la voz por el circuito de la "loca aventura" de estas dos gallegas.

Fátima, profesora, es la dueña de La Pitufina, la conductora. Raquel, es la fan, la que se conoce "hasta el nombre de los mecánicos de cada equipo". Hace un par de años cruzaron sus caminos y empezaron a fraguar esta aventura.

Ahora, mientras disfrutan del premio de ver en directo a sus ídolos, piensan en el regreso. "No sabemos muy bien cómo vamos a volver", reconoce Raquel. "La Pitufina no puede volver por carretera". "Tendremos que meterla en el ferry desde Civitavecchia hasta Barcelona, y desde allí tratar de meterla en un camión. Pero ya nos hemos quedado sin luces, las ruedas están muy mal", cuenta Raquel, que añade que "mucha gente en las redes sociales se ha ofrecido a ayudarnos para volver". "Yo, si me dan trabajo en el Mundial, me quedo", bromea. "Incluso pensamos en la opción de quedarnos algún tiempo por aquí y buscar trabajo", pero esa idea no ha fraguado. Confían que la generosidad de la gente que les permitió llegar a Italia las traiga de vuelta a casa.