El partido transcurrió parejo porque el Pontevedra, que a fuerza de robar balones tuvo el control por fases, nunca fue capaz de rebasar la defensa del Órdenes con claridad. Dependió en exceso de armas rudimentarias, generalmente el balón parado y algún buen centro de Adrián incorporándose por el lateral. Pero con las mismas armas cualquier rival es peligroso, y el equipo de Nacho lo fue. De hecho, creó la primera ocasión en un saque de fala ejecutado por Álex Castro que se marchó por encima del larguero. Los granates tenían como arma los centros laterales y crearon peligro cuando empezaron a colgarlos desde posiciones dignas. Ángel le arrebató una pelota que llevaba marchamo de gol a Centrón, que estaba ya dibujando el remate de cabeza en la frontal del área pequeña. Y luego fue el propio Centrón quien no pudo aprovechar un saque de banda portentoso de Adrián que tocó Jacobo en el punto de penalti. Fueron momentos intensos para la zaga del Órdenes, que hizo como si nada. Siguió su plan sin inmutarse. No tenía demasiado vuelo porque Abelenda estaba muy aislado, pero con poco creó la ocasión más clara del partido. Fue un saque de falta de Álex Castro, pugnaron pablo y Abelenda y al balón suelto acudió Julián. El jugador del Órdenes enganchó el remate con la derecha y la pelota se estrelló en el larguero, donde no llegaba el guante de Edu.

Se decidió en una internada de Jorge Rodríguez por banda que pilló a todos adormecidos. Su centró atrás lo engatilló Centron con un magnífico disparo a la madera. Entendió el colegiado que el rechace golpeaba en la mano de Cabrejo, le enseñó la amarilla y señaló el punto de penalti.