Era un milagro. Pero el precedente de los mayores invitaba a creer. El Celta B viajaba a Burgos con un único objetivo. Ganar o ganar. Los tres puntos alimentaban la fe de la salvación. Enfrente estaba un conjunto con los deberes hechos. La temporada ya estaba acabada para el cuadro castellano.

Se notó esa falta de tensión en el cuadro local. El Celta B opositaba hacia la victoria con dos goles en la primera mitad. Aitor abría el marcador a los diez minutos de juego mientras que Borja Iglesias aumentaba la ventaja cuando había transcurrido poco más de media hora de partido.

Pintaba bien el encuentro. Pero todo cambió tras la reanudación. El Burgos jugó con más intensidad. Estuvieron más metidos en el partido. Cerrajería redujo distancias en los primeros minutos del segundo acto. El miedo le entraba en el cuerpo a un Celta B al que sólo le valía la victoria. En cinco minutos se consumaría el drama. Primero Arkaitz y después Gallardo culminaban una remontada que acabaría desbaratando Diego Maceira con un potente chut.

El filial celeste intentó enmendar un nuevo desliz. Esa desconexión de la segunda parte privó a los hombres de David de Dios sumar un triunfo que les habría permitido seguir con vida una jornada más. Aitor incluso dispuso de la ocasión para deshacer la igualada. Al final, empate que devuelve al Celta B a Tercera División. Mala noticia para un equipo plagado de juveniles que ha pagado su falta de experiencia.