Puntual a su cita con el escándalo cuando los resultados no le acompañan, José Mourinho vuelve a la palestra por haber llamado en su día "traidores" e "hijos de puta" a los jugadores del Real Madrid durante su etapa como técnico blanco por la supuesta filtración de la alineación antes de un "clásico" con el Barcelona en 2012. Es una de las perlas reveladas esta semana por "The Times" como adelanto de un libro sobre el actual entrenador del Chelsea, "The Special One: the dark side of Jose Mourinho". Nada nuevo. Especialista en desviar la atención cuando pierde y acaparar los focos cuando le interesa con su estilo bronco, provocador y macarra, este anticipo del relato sobre el lado oscuro del entrenador de Setúbal llega justo después de dos sonoras derrotas: en la "Premier" contra el Crystal Palace -equipo que lucha por la permanencia- y en la ida de los cuartos de final de la "Champions" (3-1) en París ante el PSG. La derrota ante el modesto equipo del sur de Londres -poco después de haber perdido también 1-0 con el Aston Villa- le aleja del título liguero, en tanto que la remontada en Londres (2-0) le mantiene con vida en Europa.

Enganchado a la fortaleza defensiva de su equipo -reforzada con el fichaje de Matic- y a la brillantez de su línea de mediapuntas -Hazard, William y Oscar-, el Chelsea se puso al frente de la Premier hasta que sus dos últimos tropiezos desde mediados de marzo le han situado por detrás en los pronósticos del sorprendente Liverpool y del City de Pellegrini. Acción, reacción. Justo en estas tres últimas semanas, los ataques de Mourinho se han multiplicado en todos los frentes. Antes de conocerse sus improperios en el vestuario del Madrid, declaró que esperaba que el equipo de Ancelotti estuviera más arriba en la tabla, justo después de las derrotas en el "clásico" y en Sevilla. Rápidamente el técnico italiano le replicó que su escuadra aún pelea por la Liga. El año anterior, con Mou en el banquillo, los blancos quedaron descolgados en septiembre. Enfadado con el mundo y siempre a la búsqueda de culpables externos, el portugués también ha cargado en este periodo contra el actual entrenador del Nápoles, el español Rafa Benítez, del que cuestionó su trabajo el año anterior en el Chelsea. El madrileño no se mordió la lengua: "Nosotros, con el Liverpool, un equipo que valía la mitad del Chelsea, les ganamos dos veces en la Champions y los eliminamos. Luego, con el equipo más fuerte y el más caro en la historia del Madrid, en tres años no hizo nada en la Liga de Campeones".

Es tan conocida ya su estrategia ventajista o victimista, según dicten los resultados, que otros ilustres entrenadores europeos como Blanc y Wenger han declinado entrar al trapo en las recientes provocaciones de "The Special One". Mejor no alimentar a la bestia.

Entrenador con indudables dotes para motivar a sus jugadores y sacar rendimiento a las plantillas, salió por la puerta falsa del Madrid, enfrentado con medio vestuario y con las "vacas sagradas" -Casillas, Ramos, Pepe, Özil...- por su autoritarismo y su gestión "manu militari" del grupo. Adorado por los "tifosi" del Inter y los "supporters" de Stamford Bridge, Mourinho lleva todo el curso llorando por su falta de delanteros -autorizó la cesión de Lukaku al Everton y bromeó con la avanzada edad de Eto'o tras pedir su fichaje- y cargó con dureza contra todo el Chelsea -Terry especialmente- tras el repaso en París. Pero Mou nunca tiene la culpa de sus malos resultados. Sus jugadores, los árbitros, los calendarios, la FIFA...

Acostumbrado a vivir permanentemente en el ojo del huracán que él mismo desata, experto en provocar cada semana un incendio, el técnico de Setúbal sabe presentarse como responsable de las victorias de sus equipos -innegables son sus éxitos en el Oporto y el Inter- y practica como nadie el escapismo cuando las cosas le van mal: arma broncas, se inventa campañas persecutorias y tiende cortinas de humo para ocultar la realidad. En el fondo, en la conducta de este personaje tan cargante, tan pagado de sí mismo, tan insufrible dos semanas seguidas late una pulsión perfectamente humana: Mourinho, que ha ganado como entrenador las tres ligas más importantes del planeta -España, Inglaterra e Italia- sufre "horror vacui", tiene miedo al fracaso y no sabe perder. Ni más, ni menos.