La desgracia se vuelve a cebar con Samuel Llorca. El alicantino, que se pasó casi la totalidad de la pasada temporada en el dique seco por una rotura del ligamento cruzado anterior en su rodilla izquierda, sufrió el pasado martes la misma lesión pero en la otra rodilla, al sentir unas molestias mientras realizaba un partidillo en la sesión vespertina programada por Luis Enrique. Enseguida se dio cuenta Samuel de que podía ser grave, viniéndole a la cabeza los recuerdos de aquel infausto encuentro de Copa del Rey en Almería en el que cayó lesionado tras un mal movimiento.

Las pruebas médicas han confirmado la mala noticia. El central fue sometido ayer por la mañana en la clínica de Fátima a una resonancia para confirmar el alcance de la lesión. Las previsiones no eran nada halagüeñas y los peores augurios se confirmaron a primera hora de la tarde: rotura total del ligamento cruzado anterior y una pequeña rotura del menisco interno, una lesión que le mantendrá de baja unos seis meses, por lo que no podría reaparecer en principio hasta el año 2014.

Samuel será intervenido durante los próximos días en el Hospital de Fátima por el jefe de los servicios médicos del club, Juan José García Cota, quien ya operó al defensa céltico de la grave lesión que sufrió la pasada temporada.

Vuelta a empezar para este alicantino de 28 años, a quien el infortunio ha perseguido desde su aterrizaje en Balaídos hace un año procedente del Hércules, que recibió alrededor de 400.000 euros del Celta por sus servicios. Tras hacerse un nombre en Segunda División como uno de los mejores centrales de la categoría, llegaba a Vigo con la intención de probar suerte en Primera y exhibir sus condiciones: contundencia, potencia y un fantástico juego aéreo. Sin embargo, decisiones técnicas primero y la lesión después han impedido verlo sobre el césped.

Entre Liga y Copa del Rey, Samuel únicamente ha podido disputar en competición oficial 84 minutos repartidos en dos partidos, viviendo a la sombra de Cabral y Túñez en los primeros encuentros de la temporada, fijos para Paco Herrera. Su oportunidad llegó de una manera un tanto inesperada, en el derbi ante el Deportivo en Balaídos. Al poco de comenzar la segunda mitad, Cabral fue expulsado por doble amonestación y rápidamente Samuel fue llamado para entrar. En ese encuentro dejó algún detalle interesante y daba la sensación de que podía ser un hombre importante para dar carácter y contudencia a la zaga.

Poco duró la alegría. Tres días después, el Celta visitaba al Almería en la ida de dieciseisavos de la Copa del Rey. Herrera optó por las rotaciones y Samuel tenía su primera oportunidad desde el inicio. El infortunio se cebó con él y poco antes del descanso su rodilla izquierda dijo basta y tuvo que ser sustituido en el paso por los vestuarios.

Aunque en principio se especuló con que todo podía quedar en un esguince, las pruebas que se le realizaron en los siguientes días desvelaron que el ligamento cruzado anterior estaba completamente roto y que la temporada prácticamente había terminado para él, ya que el período estimado de baja, al igual que el de la lesión actual, era de seis meses.

Pese al duro golpe anímico, Samuel no se vino abajo y comenzó la recuperación con las vistas puestas en recibir el alta antes del final de temporada para así poder ayudar a sus compañeros en la pelea por la permanencia. El trabajo y el tesón del alicantino quedaron demostrados durante los meses que duró la rehabilitación, empleándose a fondo en el gimnasio y en el césped para que la rodilla quedase en perfecta en perfecto estado. El esfuerzo tuvo premio y la evolución fue muy buena, lo que permitió a Samuel acortar los plazos y recibir el alta médica a finales del mes de abril, tras haberse integrado ya en el trabajo con el grupo en marzo, estando en el dique seco 5 meses y medio, dos semanas menos de lo previsto en un principio.

El alicantino era uno más en el último mes de Liga e incluso entró en dos convocatorias. Viajó con sus compañeros a Sevilla para enfrentarse al Betis, aunque finalmente fue uno de los descartados, y estuvo en el banquillo en el trascendental partido disputado en el José Zorrilla ante el Valladolid de la penúltima jornada, aunque no pudo incrementar sus cifras de minutos.

Tras celebrar por todo lo alto la permanencia, Samuel no perdió la forma durante las vacaciones y desde la vuelta al trabajo el pasado lunes el alicantino era uno de los más entonados a nivel físico, demostrando que tenía ganas de comerse el mundo y ganarse la confianza de Luis Enrique, con quien se le pudo ver hablando en varios momentos de los entrenamientos. Sin embargo, cuando volvía a sonreír, el mal fario se vuelve a cruzar en su camino, asestando un golpe anímico todavía más duro.