"Viviendo un sueño". Alemany titulaba así el artículo que escribió para la página oficial del club. En él narraba el instante que alteró su vida. Fue el pasado verano. Recibió una llamada. Era Quique Domínguez. Le preguntó: "¿Cómo te ves para jugar en Asobal, en el Octavio?". Cerqueira se había ido al Frigoríficos. El técnico necesitaba una pareja que completase a Frade en el pivote. Ya se sabe la respuesta.

El corazón se lo pedía. Alemany creció encarnado. Entró en el Octavio con seis años. Un niño grande, al que en oposición motejaron Peque. En edad juvenil se pasó al Carballal, cuando este club se vinculó como filial al principal de la ciudad. Ya no regresaría. Fue moviéndose al ritmo de los estudios y el trabajo. Ha desarrollado una fructífera carrera en el rico balonmano modesto de la provincia. Sin imaginarse siquiera que alguna vez se le abriría la puerta de la elite y menos a los 30 años. Había terminado la campaña en Primera Nacional con el Cisne cuando el teléfono sonó.

"Ha sido un año complicado. El salto ha sido muy importante a nivel competitivo", confiesa. "Pero ha sido una experiencia fantástica". En anticipación de lo está sucediendo con gran parte del deporte profesional español, Peque ha tenido además que combinar la mayor exigencia de entrenamientos, partidos y viajes con su oficio de comercial. Rascándole horas a los desvelos de autonómo.

A nivel colectivo, el segunda línea no soñaba con rosas, dulces y algodones. Confirma: "Sabíamos desde el inicio que íbamos a estar abajo. La derrota ante el Cangas nos lo complicó todo. Pero estamos con vida".

El derbi dejó sobre la cancha a un Octavio hundido. "Pero enseguida empezamos a reaccionar. Teníamos seis puntos por delante y aunque el reto era difícil, nos dijimos: ¿Por qué no?", recuerda. En Aranda sumaron los dos primeros. Contra el Ciudad Encantada quieren mañana los dos siguientes. Que deberían bastar si se impone la lógica en las citas del Guadalajara, que se mide a CAI Aragón y Barcelona.

"Esto es deporte", advierte Alemany sin confianzas. "El partido con el Aragón es la bala que le queda al Guadalajara, porque en el Palau lo tendrá muy difícil". Tampoco cuenta con que el Ciudad Encantada llegue relajado: "Nunca te puedes fiar. Son profesionales. Evidentemente nosotros intentaremos imprimir un ritmo y una intensidad altísimas. Somos los que nos jugamos todo. Seremos superagresivos".

Del futuro no se habla. Ni confirma ni desmiente que ese sueño tan largamente anhelado puede tener prolongación: "Primero, la permanencia".