Los aficionados del bar Andaina de Vilagarcía que asistieron el miércoles a este local para ver la semifinal de la Champions se encontraron con un inusual compañero futbolero. "¿Será o no será?", se preguntaban los allí presentes. Y efectivamente era la persona que sospechaban: Dani Pedrosa.

El piloto catalán no generó gran revuelo en el bar, pues podría decirse que pasó bastante desapercibido, casi de incógnito, ayudado de la gorra que acostumbra a llevar y también de su conocida timidez. Acompañado de otras cuatro personas siguió en la capital gallega la eliminación de su equipo, el Barcelona.