Violento frenazo del Celta, que trastabilló el paso en San Mamés y cayó con muy poquito fútbol ante el Athletic, al que bastó una pizca de eficacia para llevarse a los puntos un encuentro destemplado, con escasa presencia en las áreas, en el que el conjunto de Herrera ofreció una de las peores versiones que se le recuerdan esta temporada. Aduriz, el más listo de la clase, decidió el choque con un testarazo inapelable tras recibir un certero servicio de Ibai desde la izquierda en un clamoroso fallo de marcaje de Andrés Túñez. Poco más hubo en la despedida de La Catedral.

Los malos resultados de sus perseguidores -cayeron Deportivo, Granada, Mallorca, Osasuna y empató el Espanyol- mitigan las secuelas de la derrota, pero no evitan la sensación de ocasión perdida porque el rival no propuso mucho más, pero tuvo la inteligencia de llevar el partido a su terreno e imponer su mayor fortaleza física en el juego aéreo para desequilibrar la balanza. La zona caliente se mantiene a tres puntos.

Solo en algunos momentos en Anoeta y en los veinte primeros minutos del Bernabéu mostró el cuadro celeste tanta pobreza de ideas. Y eso que esta vez el rival no le apretó demasiado las clavijas. No presionó el Athletic al Celta en la salida de la pelota y dejó a menudo espacios que el equipo de Herrera fue incapaz de rentabilizar. Le faltó precisión con la pelota, claridad en el juego y profundidad en el ataque, pero sobre concentración y rigor táctico para contrarrestar la superioridad del Athletic en el juego por alto. Y en esto estaba sobre aviso. Solo en los últimos minutos, coincidiendo con la entrada de Quique de Lucas en el campo, tuvo el Celta la ambición de buscar con decisión el empate y el coraje para encerrar al Athletic en torno a Iraizoz.

El partido arrancó sin sorpresas en las filas celestes. Herrera recurrió a Insa para cubrir la baja de Álex y tiró de Bermejo para contrarrestar el poderío por alto de los centrales rojiblancos. El alicantino, que acusó la falta de rodaje, no funcionó como enganche. Falló la conexión con Aspas, ayer poco asociativo y escaso de chispa; Bermejo rindió mejor en el área propia que la contraria, y Krohn-Dehli y Augusto se extraviaron en un exceso de juego interior que feneció a la orilla del área rojiblanca. Con tales premisas, el balance ofensivo del Celta se limitó apenas a una internada en el área de Augusto con disparo lateral y un par de tiros lejanos de Aspas (uno con la pelota detenida) que se perdieron por encima del portal rojiblanco. En este confortable escenario de partido se movió el Athletic, que aprovechó el primer error grave del Celta para asestarle un rejón de muerte: Ibai templó la pelota al cogollo del área, Túñez erró en la marca y Aduriz, sin oposición, descerrajó un tiro a bocajarro a Javi Varas.

El gol del artillero guipuzcoano (noveno en esta Liga) dejó grogui al Celta, , que tardó algunos minutos en recuperar el pulso. Amorebieta cortejó el segundo (y Aduriz marcó otro bien anulado) en una súbita operación de acoso y derribo contra la meta de Javi Varas, que Hugo Mallo abortó sacando el balón bajo los palos con el portero celeste ya vencido. Salvado este punto crítico, el Celta mejoró. Le ayudó sin duda el ingreso en el campo de Quique de Lucas, que a la hora de partido suplió a un Natxo Insa exhausto.

El barcelonés puso movilidad y algo más de filo al ataque celeste y tuvo en sus botas el gol del empate tras un magnífico centro de Augusto. De Lucas lo recibió en el área en carrera, a la espalda del defensor, y trató de elevarla por encima de Iraizoz, que se le echó encima con rapidez y desvió la pelota con una mano portentosa. El primer y único disparo del Celta entre los tres palos (minuto 70). No tuvo que intervenir más el portero del Athletic. Pese a ello, fue en estos últimos veinte minutos del partido en los que el Celta desplegó su mejor fútbol. La ocasión de De Lucas le convenció al menos de que el empate era posible, así que acaparó la pelota y mandó en el juego, lamentablemente, con más vocación que eficiencia. Superado en el medio del terreno, el conjunto de Bielsa cavó una trinchera en torno a su portero para conjurar el peligro. San Mamés contuvo cuando un zapatazo de Krohn-Dehli desde el balón del área estuvo a punto de ganar la portería. Se perdió a la derecha del palo y el Athletic tuvo templanza suficiente para no cometer más errores y llevarse los tres puntos al zurrón. Se echó de menos que Herrera agotase los cambios con Park. El último del Celta en La Catedral no pasará precisamente a los anales por el buen juego.