La categoría va cogiendo forma con el paso de las semanas. Las próximas jornadas definirán los objetivos reales de los equipos que conforman la Primera División. El Celta tenía una oportunidad de oro para abrir brecha con el descenso. Sus cinco partidos sin ganar y sus cero puntos a domicilio dejaban a los de Paco Herrera al borde del abismo. Espanyol, Osasuna, Deportivo y Granada están firmando un pobre arranque. Vencer al Zaragoza, rival directo en la lucha por la permanencia, se antoja clave para dar el primer paso para instalarse en la zona tranquila de la tabla.

La empresa no era nada fácil. El cuadro aragonés llegaba en una dinámica positiva. Sumaba tres victorias consecutivas como local y había plantado cara a los todopoderosos FC Barcelona y Real Madrid. Manolo Jiménez había encontrado un once tipo. El único debate entre la afición y la prensa especializada era si apostar por un dibujo con uno o dos puntas. Ante el Celta tenían al rival perfecto para navegar hacia aguas tranquilas.

El conjunto vigués tiró de pragmatismo. La idea era ser sólido atrás. El primer objetivo era dejar la puerta a cero. En ataque todo quedaba supeditado a la calidad de Aspas o Krohn-Dehli y al trabajo que siempre garantiza Mario Bermejo. La apuesta le salió perfecta a Paco Herrera. Desesperó a un Zaragoza incapaz de crear ocasiones claras sobre la portería de Varas. El cuadro aragonés acabó pagando ese desgaste en los últimos minutos. En esa recta letal el Celta asestó el golpe definitivo. Iago Aspas envió a la red un centro de Roberto Lago. Era la jugada que había declinado la balanza para los celestes. Los tres puntos pondrían rumbo a la ciudad olívica. Esa victoria permite a los vigueses adelantar al Mallorca y situarse tres puntos por encima del Granada, equipo que cierra los puestos de descenso.