Iago Aspas rompió ayer tres semanas de silencio que le impuso el Celta con motivo de la celebración del clásico gallego, en cuyo partido de ida provocó el enfado de la afición del Deportivo por unas declaraciones sobre la famosa patada que Vagner propinara a Tristán. Ayer, el delantero céltico habló de las sensaciones que han dejado las últimas derrotas en el conjunto vigués y de lo que le espera hasta el final de la temporada. El moañés es optimista, aunque recuerda que el camino estará lleno de dificultades porque en medio se ha metido el Valladolid. "Nos esperan ocho finales y media", acertó a señalar.

Aspas da por superado el varapalo de Alicante, después de reconocer que el equipo estuvo los dos días siguientes "bastante jodido". "A medida que avanza la semana, estamos mucho mejor", resaltó, antes de apuntar sus propósitos: "Tenemos que levantarnos porque todavía quedan ocho finales y media y ahora no podemos bajar los brazos porque aún queda todo lo bonito por venir".

El primer objetivo, según Aspas, es vencer al Barcelona B el sábado que viene en Balaídos. Un rival, los azulgrana, que ganó el duelo de la primera vuelta (2-1). "Nadie dijo que iba a ser fácil. Tenemos que apoyarnos entre nosotros para sacar esto adelante. Una victoria ante el Barça B nos llenaría de moral de cara al tramo decisivo de la temporada. Es un equipo [el catalán] que no se nos ha dado muy bien, pero tenemos esta semana para cambiar esa dinámica", indicó.

Aspas no entró a valorar la decisión del Celta de impedirle hablar en la previa del derbi: "Ha sido una decisión que tomó el director general del club y que tengo que acatar porque lo que decidan ellos será lo mejor para mí".