A los italianos les cuesta separarse del fútbol, ningún asunto parece lo suficientemente importante como para que la pelota deje de rodar. Incluso en una etapa tan convulsa como la Segunda Guerra Mundial, con el país hecho trizas, mantuvieron sus competiciones y trataron por todos los medios que la gente tuviese en el fútbol una forma de evasión.

En 1943 Mussolini ya ha caído y la descomposición de la península era tan grande que parecía un delirio que alguien se plantease disputar cualquier competición. Solo en un lugar como Italia se puede contemplar esa posibilidad. A finales de año el país esté dividido en dos mitades: en el sur los aliados continúan su lento avance después de haber desembarcado en Sicilia. Mientras, el norte –desde Roma– sigue en manos de los alemanes que tratan de controlar el avance de sus enemigos. Italia es un caos, pero la Federación Italiana, que por aquel entonces se había desplazado a Venecia, insistió en organizar un campeonato en la mitad del país que aún tenían controlado. Conscientes de que no había posibilidad de organizar largos viajes ni un torneo de excesiva duración, los dirigentes optaron por disputar fases regionales y que los vencedores se viesen las caras en una sede para disputar la gran final y resolver el campeón de Alta Italia, el nombre que se le dio al certamen.

En la región de Liguria, el Spezia –equipo de una ciudad de poco más de 60.000 habitantes en aquel tiempo– quería presentarse al torneo, pero tenía un problema grave: no tenía futbolistas. Hacía meses que la Federación había concedido a los futbolistas libertad para irse a donde les diese la gana. En la Spezia quedaron pocos. Y por si fuera poco el presidente del club, Perioli, había sido capturado y se encontraba en un campo de concentración alemán. Entonces Semorile, uno de los pocos dirigentes que se mantenían en La Spezia, se reunió con los responsables del 42º Corpo dei Vigili del Fuoco della Spezia. Es decir, con los bomberos. Éstos tenían un aceptable equipo de fútbol y les pidieron gente para competir. Firmaron un acuerdo que especificaba que defenderían esa camiseta solo en aquel torneo ya que todo hacía prever que al acabar la Guerra buena parte de la plantilla con la que contaba el Spezia regresaría a casa. Y así, con un equipo de bomberos el club más representativo de la Liguria se puso en marcha.

Superaron la primera fase a cuatro equipos de su región entre los que se encontraba el Parma. En la siguiente clasificatoria se deshicieron del Suzzara, Carpi y Módena, lo que les metió en la semifinal interregional que debían disputar frente al Bolonia. En esta eliminatoria empataron el partido de ida a un gol, aunque sus rivales denunciaron que el tanto del Spezia había llegado en un descarado fuera de juego y se negaron a jugar el partido de vuelta. Esa decisión, un tanto desmedida del Bolonia, les colocó en la final del torneo en la que se las verían con el Venezia y el Torino por sistema de liguilla.

Los partidos se disputaron en el Arena de Milán. En el primero de ellos el Spezia empató con el Venecia a un gol, lo que concedía al Torino todas las opciones. Los turineses presentaban con diferencia el mejor equipo ya que mantenían el germen del "Grande Toro" de Vittorio Pozzo que conquistó después de la Segunda Guerra Mundial cuatro scudettos consecutivos antes de apagarse en el terrible accidente de Superga.

Pero aquí sucedió lo impensable. Los bomberos de La Spezia ganaron 2-1 al Torino y se quedaron a la espera de lo que sucediese en el último encuentro. La profesionalidad de los turineses, que nada se jugaban en el envite, hizo el resto. Los grana derrotaron al Venezia por 5-2 y el equipo formado por los integrantes del 42º Corpo dei Vigili del Fuoco della Spezia se adjudicaron el campeonato.

La Federación Italiana se negó a darle carácter oficial a aquel torneo y le entregaron al Spezia la distinción de Campeón Federal. Pero hace poco más de diez años comenzó una campaña en los medios de comunicación y a nivel popular que obligó a la Federación a pronunciarse una vez más. Y en 2002 se reparó la injusticia y se les reconoció como campeones de Italia de 1944. Desde aquel día la camiseta del Spezia –equipo de la quinta categoría en estos momentos– luce un escudo que recuerda la gesta que protagonizaron un grupo de bomberos.