Carlos Mouriño vivió ayer la junta de accionistas más apacible desde que accediese a la presidencia del club en el año 2006. El presidente y su junta directiva hicieron valer su superioridad accionarial para sacar adelante por mayoría abrumadora las cuentas del pasado ejercicio y la previsión para el actual. Lo hicieron en una asamblea rápida, muy poco concurrida, tranquila y sin que se levantasen voces en contra de su gestión. Sólo las sentencias favorables de las actas de Hacienda provocaron cierta controversia entre el presidente y el abogado Pablo Viana. Fue el único episodio algo tenso. El resto fue un paseo militar en una asamblea a la que sólo acudieron físicamente 48 accionistas mientras otros 22 lo hicieron mediante delegación. Todos ellos representaban un total de 142.416 acciones que suponían apenas el 37,77% del capital social del club. Al no acudir NovacaixaGalicia –el segundo máximo accionista de la sociedad después de Mouriño con casi el 25% de los títulos– todo quedaba en manos del consejo que controlaba de forma arrolladora la asamblea.

Así, con el 99,71% a favor la junta aprobó las cuentas anuales y el informe de gestión que presenta un balance a favor de la sociedad de 472.473 euros en el último ejercicio. El director general del club, Antonio Chaves –que presentó las cuentas en sustitución de la directora financiera, María José Herbón, que se encuentra hospitalizada– explicó unas cifras en las que destacó por encima de todo el hecho de que el club había cumplido con creces las previsiones en casi todos los apartados salvo en el de abonados (ingresó 571.000 menos de los previstos) y en el de gastos de personal (por las liquidaciones de algunos jugadores de los que se precindió y la circunstancia de asumir el sueldo de los jugadores del filial en lugar de la Fundación). En cambio, esas circunstancias quedaron compensadas con el incremento en otras partidas como el de la publicidad (299.000 euros más de los proyectados gracias al convenio con Estrella Galicia) y sobre todo la venta de jugadores que supusieron unos ingresos de 4.850.000 euros (2,5 de Ghilas, 850.000 de Jordi y 1,5 millones de Joselu) cuando en el presupuesto inicial se contaba con vender por dos millones de euros.

Todo ello, según argumentó Chaves, sitúa la deuda del club vigués en 27.646.949 euros de los que el director general descontó el préstamo participativo de Mouriño de 4,6 millones "con lo que la deuda real del Celta es en estos momentos de 23 millones de euros". Chaves destacó que hace un año estaba situada en los 36 millones y que se había conseguido rebajar gracias a los convenios, acuerdos y quitas del proceso concursal. El dirigente concluyó que "son unos números que será realmente difícil de repetir en el futuro".

El rodillo de Mouriño y su directiva también se produjo en el presupuesto aprobado para esta temporada que se sitúa en los 9,6 millones de euros. El club durante este ejercicio prevé ganar 757.000 euros si cumple con las diferentes previsiones que se ha hecho y que contemplan por ejemplo la venta por valor de dos millones de euros (no le resultará sencillo cumplir este apartado) y unos ingresos extraordinarios de 2.043.000 euros (de los cuales han cubierto más de un millón gracias a los derechos de formación de Silva y la parte que le corresponde de la venta de Rodrigo del Real Madrid al Benfica). Antonio Chaves aseguró que era un presupuesto "continuista y humilde, pero que esperamos poder cumplir". El 99,72% de los accionistas lo apoyaron y para la posteridad quedará que como en el caso de las cuentas del anterior ejercicio el 0,01% votó en contra mientras la abstención se situó en el 0,27%. Un rodillo. El tercer punto, la reelección del auditor de cuentas, no tuvo a nadie en contra. Un hito. Y en medio de la absoluta calma, sin apenas voces en contra, en poco más de hora y media el Celta ventiló su junta de accionistas. El equipo parece arrancar en lo deportivo y ese es al final el termómetro que gobierna esta clase de acontecimientos.