Ezequiel Mosquera había heredado el papel de referente del ciclismo gallego que durante años desempeñó Óscar Pereiro. Su posible positivo llena de zozobra a la afición. Pereiro, en sus últimos días oficiales en activo, ignora qué ha sucedido. Pero critica, en todo caso, la forma de actuar de unas autoridades deportivas que favorecen la presunción de culpabilidad y esa sospecha que trunca destinos antes de que se esclarezcan los hechos.

El ciclismo gallego llora a Ezequiel Mosquera, David García y sus compañeros del Xacobeo, condenados a convertirse quizás en una generación perdida. Hace un mes, en la Bola del Mundo, las cunetas se llenaban de aficionados entusiastas. Hoy la alegría se convierte en pesadumbre. Ya no importa lo que finalmente arrojen las investigaciones. La duda es en sí un castigo inapelable. Lo sabe Óscar Pereiro, que se va del ciclismo con el regusto amargo de este último escándalo y a la vez reafirmado en que acierta al retirarse.

El mosense, que ayer participaba en una conferencia en Porriño junto a otros deportistas como Romay y Jonathan Vila, se despertó con numerosas llamadas perdidas en el teléfono móvil. Muchos querían conocer su opinión sobre el positivo de Contador, que había trascendido de madrugada. Después conoció los casos de Mosquera y García.

Pereiro no prejuzga. Entiende que "todos los ciclistas, al firmar una licencia profesional, sabemos a los controles a que nos exponemos. Nadie nos obliga. Estoy de acuerdo con lo que debe hacerse y dejar que se haga", indica respecto a los trámites y estudios que se producirán.

Lo que Pereiro denuncia es la indefensión de los ciclistas cuando se viola la confidencialidad de las investigaciones. "Existen unas formas que debemos exigir. Los ciclistas llevamos puesta una pulsera de presidiario. No es aceptable que la prensa conozca las noticias antes de que el corredor sepa nada. Y me parece muy triste que la UCI no se pronuncie durante horas, permitiendo que se produzcan mil especulaciones y que la gente piense lo peor". Porque Pereiro está "convencido" de que lo de García y Mosquera "será algo menos grave de lo que se podía esperar". Pero es a la vez realista: "La mancha no se puede solucionar". Ese recelo que, a diferencia de los hechos, no tiene limites y se contagia como una enfermedad infecciosa. Mosquera, si resulta inocente, podrá cumplir su contrato con Vacansoleil. A David García y los otros chicos les llega el golpe cuando apuraban la posibilidad de seguir en el Xacobeo o buscar otro destino. Tragedias que son murmullos entre la hojarasca y el ruido.

"Este tipo de cosas me reafirman en que acierto al retirarme", analiza Pereiro. "Si alguna vacilación podía tener, se me disipa". Desciende de la bicicleta y deja atrás la gloria del Tour, los contratos millonarios y los autógrafos; pero también la permanente vigilancia y el hecho de nacer culpable por nacer ciclista.