La galaxia a la que quiere regresar el Pilotes Posada se dio un paseo ayer por As Travesas para recordarle a todo el mundo lo que se ha perdido con el descenso de categoría, pero también el hermoso premio que espera dentro de unos meses si se hacen los deberes. Resulta duro pensar en una temporada sin el balonmano que representa este maravilloso Barcelona que ayer acudió al Central para llevarse el Trofeo Ciudad de Vigo después de imponerse al Academia Octavio con la contundencia a la que obliga el abismo que separa ambos conjuntos. Los de Quique Domínguez, en medio de estos días de mucho entrenamiento, de sesiones dobles, de piernas cargadas y de reflejos adormilados, mostraron ante sus aficionados las armas con las que piensan recuperar la categoría perdida y levantaron cierto optimismo entre los aficionados.

El Barcelona no es un equipo, es un ejército de ocupación que además se toma los amistosos con una intensidad que podría sorprender a cualquiera desde fuera. Pero es que en este equipo uno pestañea más de la cuenta y se ve de golpe llevándole el agua y los bocadillos al resto. Rutenka, Romero, Entrerríos, Ugalde, Oneto, Juanín, Víctor Tomás, Nagy, Igropulo....la lista es colosal. Incluso los cuatro chavales que Pasqui subió al avión (integrantes por cierto de uno de los rivales del Pilotes esta temporada) ofrecieron un rendimiento y un desparpajo que anuncia grandes tardes para ellos. Además de chequera tienen una factoría en la base.

Ante aquello el Pilotes supo oponer coraje, sobre todo mientras la maquinaria del Barcelona no se quitó de encima la modorra de la tarde. El 9-12 de mediada la primera parte fue la última vez en que ambas galaxias estuvieron cerca. A partir de ahí el Barcelona fue agrandando la diferencia mientras los entrenadores vivían el partido desde sus pizarras mentales sin echar un simple vistazo al marcador. No era el día para ellos.

El Pilotes ofreció bastantes detalles interesantes. Con las salvedades a las que obliga un partido tan desigual como el de ayer, los vigueses parecen haber acertado en la mayoría de las incorporaciones para conformar una plantilla a la que no parece un exceso pedirle el ascenso. Polakovic y Fran González (los dos que viven su segunda etapa en Vigo) demostraron que van a ser esenciales en esta campaña por su determinación; Frade y Cerqueira parecen en condiciones de darle al equipo un pivote sólido; el brazo de Juanjo Ruesga (siete goles ayer y un par de balones a la madera) parece estar preparado para abrir muchas defensas cerradas, Maciel en la portería sacó algunas manos con acierto y Abramovich ofrece una explosividad que conectará con la grada pero que obligará a Quique Domínguez a largas charlas para domar a este caballo salvaje. Pasaron más inadvertidos Edu Moledo, Mikalauskas y sobre todo Barisic, aunque en esta clase de partidos supone una temeridad tratar de sacar excesivas conclusiones. El Pilotes y sobre todo su entrenador, Quique Domínguez, tampoco van a sorprender por el estilo de juego que van a practicar. Mucha defensa –aunque ayer fuese un juguete en manos de esa máquina que es el Barcelona–, velocidad y hacer entrar en juego continuamente a extremos y pivotes. Nada nuevo bajo el sol. El Barcelona agrandó la ventaja hasta donde le apeteció, pero el Pilotes sabe que ese universo no es el suyo. Si cumple, lo será a finales de mayo.