El entrenador, Miguel Méndez, repiquetea sobre la mesa, esforzándose en ser paciente. El presidente, Paco Araújo, realiza gestiones con el gesto sombrío. Las jugadoras aguardan junto al teléfono. El futuro del Celta Indepo se define en breve. Todos los caminos están abiertos, el de la desaparición y el de Europa. El probable es el de en medio: la continuidad del equipo en Liga Femenina, renunciando a la plaza continental conquistada en la cancha por falta de apoyos financieros. Un sacrificio reiterado a lo largo de la última década, pero que esta vez podría provocar secuelas amargas. La continuidad y crecimiento del proyecto actual dependen de una cantidad aproximada de 100.000 euros.

Es la cifra que el Celta Indepo necesitaría añadir a su presupuesto actual, que ronda los 800.000 euros, para poder embarcarse en la aventura de la Eurocup. 60.000 euros se irían en viajes, en una previsión de disputar las dos fases de grupo. El resto se aplicaría en la contratación de los fichajes que la duplicidad de esfuerzos exige. La plantilla celeste es corta. Su sexta plaza liguera ha sido ya un milagro, basado en la escasez de lesiones graves (sólo la de Pilar Valero, que se recupera actualmente de una operación en su columna). El club no puede arriesgarse a disputar la Eurocup al tuntún, en plan suicida, hipotecándose para la Liga Femenina, que es el torneo alimenticio.

Poco más de 100.000 euros y todo cobrará sentido. El Celta Indepo afrontó una remodelación importante de la plantilla el pasado verano. La apuesta salió de maravilla. El colectivo ha funcionado con precisión. Casi todas las jugadoras han crecido. El equipo quiere ahora florecer y completar al menos un ciclo de dos años, un periodo corto pero que al menos permita concretar ciertas ilusiones. Lo contrario constituiría una poda letal. No habría Europa, que funciona como premio a lo realizado. El grupo se quedaría sin alicientes y ni siquiera podría conservar su potencial. Las piezas más cotizadas, como Stakneviciene y Sliskovic, cambiarán de aires sin el marchamo continental que las motive. La consecuencia más grave, con todo, afectaría al cuerpo técnico.

El Celta Indepo, pese a la modestia de esta etapa, tiene la estructura organizativa más profesional y eficaz de la Liga Femenina. Los éxitos se basan en gran medida en la continuidad del cuerpo técnico. Y Miguel Méndez quiere quedarse. Es hombre de la casa, hogareño, comprometido con una idea y un escudo. El entrenador está dispuesto a rechazar ofertas más jugosas. Incluso la del Perfumerías Avenida si se concreta (el presidente salmantino ha pedido permiso al celeste para plantear una oferta, sin más noticias desde entonces). Pero no a cualquier precio. Necesita territorio para que el conjunto crezca, sentir que existe una retribución deportiva. Volver a empezar de cero le desesperaría.

Es a Paco Araújo a quien toca cuadrar las cuentas. El presidente se centra en atar la supervivencia del equipo profesional. La crisis le angustia. Los patrocinios se han exprimido al máximo, las instituciones se vuelven cicateras. Aunque el Celta Indepo presenta una petición sólida de ayudas públicas. Por representar a Galicia en Europa hubo clubes, como el Extrugasa, que recibieron dinero en similares circunstancias. El Celta Indepo sólo pide una mínima fracción de lo que la Xunta se ha gastado mediante diferentes cauces en el Obradoiro de ACB, el Lobelle de fútbol sala o el Xacobeo ciclista. Y la directiva apoya su reclamación con su solvente gestión, acreditada en la continuidad de tantos años, enraizada en el trabajo con las categorías inferiores y sin una sola deuda que haya quedado insatisfecha. Por 100.000 euros todo adquirirá su justo valor.