El Celta puede toparse con una dificultad añadida con la designación de Bernabé García, uno de los peores árbitros que han correspondido en suerte este curso, para dirigir el crítico partido del domingo en el Carlos Belmonte. El colegiado murciano vuelve a verse las caras equipo vigués después de perjudicarle gravemente en su enfrentamiento en Balaídos con la Real Sociedad, a mediados del pasado mes de enero. García expulsó entonces, de modo fulminante, a Iago Aspas con dos rigurosas tarjetas amarillas en menos de cinco minutos, la primera por una entrada inocente a un rival y la segunda por adelantarse al silbato durante el lanzamiento de la falta contra la portería rival.

La expulsión sentenció al Celta y deslució por completo un encuentro que, hasta ese momento, se presentaba tan incierto como nivelado. El arbitraje de Bernabé García suscitó grandes críticas, empezando por el propio perjudicado, Aspas, que, tras el choque, llamó "caradura" al árbitro. "En la primera amonestación apenas toco al rival y en la segunda me dijo que tenía que esperar a que pitara. Te vas con cara de tonto", se quejó el moañés, que denunció un diferente rasero del colegiado a la hora de sancionar las faltas cometidas por ambos equipos. "Rivas corta dos contras en el medio del campo y dice que nos levantemos y a mí me echa en menos de cinco minutos sin dar una patada. Pienso que ha sido un caradura", sentenció.

Con el paso del tiempo, el atacante moañés ve las cosas con distinta perspectiva. "Aquello fue consecuencia de un calentón, nada más. La segunda tarjeta es culpa mía aunque sigo pensado que la primera, que fue la que me fastidió, me la saca por una falta sin importancia", confiesa.

El moañés afirma que el incidente está "completamente olvidado" y se retracta de sus palabras de entonces. "Lo último que quiero hacer en un partido tan importante como el que nos espera el domingo es echarme tierra encima", afirma.