Once gallegos han disputado en Giro de Italia en toda su historia. Los primeros en lanzarse a la aventura fueron los hermanos de Delio Rodríguez -Emilio y Manolo- en 1952. Después de ellos hubo un enorme vacío porque el Giro era una carrera que se miraba con cierto recelo desde España. Si a eso sumamos que Galicia tampoco tenía una excesiva presencia de ciclistas en los principales equipos españoles, no es de extrañar por lo tanto que hasta la década de los ochenta los gallegos no volviesen a competir en las carreteras italianas. Aparecieron entonces Jesús Rodríguez Carballido, Suso Blanco Villar, Alvaro Pino, Sánchez de la Rocha, Marcos Serrano, Jose Manuel Oliveira, Jose Angel Vidal, Gustavo Otero y Oscar Pereiro. Ninguno

tiene una mala palabra acerca de la carrera rosa.

Blanco Villar“Me caí por culpa de un espectador”

Suso Blanco Villar hizo una incursión en su carrera en el Giro de Italia. Fue en 1989 cuando corría en las filas del Seur. Su jefe de filas en aquella ocasión era el italiano Marco Giovannetti, aspirante al estar en el podio final que acabó glorificando a Laurent Fignon, ascendido en aquel tiempo a la figura de leyenda. Ell de Padrón hubiese estado cerca de cerrar una gran actuación sino llega a producirse una inesperada caída por culpa de un espectador: “Tengo un gran recuerdo de aquel Giro pese a que acabé a duras penas por culpa de la caída que sufrí. Estaba para acabar entre los diez primeros cuando llegó la cronoescalada de diez kilómetros en el Monte Generoso. Fui a inspeccionar el recorrido y cuando bajaba se me cruzó un espectador y me di un buen porrazo. Fíjate que comencé la crono medio minuto tarde porque me tocó salir y aún me estaban haciendo las curas. Acabé el 25 de la general hecho polvo y con dolores por todo el cuerpo. Pero al margen de aquello, la experiencia fue muy buena y le tengo cariño al Giro”. Villar no duda en asegurar que “es más dura que el Tour. Las subidas son menos largas, pero mucho más duras. No hace el calor de Francia en verano, pero yo en mi edición nos encontramos con viento, niebla y un frío horrible en muchas etapas. Es muy complicado correr en aquellas condiciones”. El padrones conoce subidas como la del Mortirolo que le tocó ascender en aquella edición: “Dicen que el Angliru es más duro, pero lo del Mortirolo es terrible. Parece imposible de ascender”. Por último, otra de las cosas que más recuerda el ahora miembro del cuerpo técnico del Xacobeo Galicia es el ambiente: “Es increíble la pasión de los italianos con su carrera. La adoran y se vuelcan. El seguimiento que se le da a la prueba es asombroso”.

Oscar Pereiro“Me demostró que podía acabar una grande”

Óscar Pereiro era un joven aspirante a figura cuando en 2002 el Phonak le envió a correr el Giro de Italia a él, un corredor acostumbrado a las carreras cortas: “Para mí fue una prueba de fuego porque me demostró que podía aguantar una carrera de tres semanas. Fue la primera y por lo tanto no puedo olvidarla. Además acabé el once en una carrera en la que competía gente de mucho nivel como Savoldelli -ganador de aquella edición-, Garzelli, Simoni, Frigo, Guerini, Caucchioli...Mi nombre se empezó a escuchar a nivel mundial tras aquel Giro y esas son cosas que no se olvidan”.

Para el de Mos el Giro es una buena carrera para irse fogeando porque “tiene ciertas particularidades que la hacen muy buena para gente joven que como yo en aquella época necesitaba probarme en una carrera de tres semanas. Se va muy despacio al principio y después de acelera mucho cuando entra la televisión en directo. Se corre a la italiana y eso permite momentos de tranquilidad que se pueden aprovechar para guardar fuerzas”. Eso sí, toda la calma se convierte en tormenta cuando aparacen las míticas “volattas”: “Además ellos buscan finales espectaculares y suelen hacer recorridos urbanos a los que se dan un par de vueltas para acercar la carrera al público. Ese es el futuro, que las carreras vayan al corazón de las ciudades y eso es algo que en Italia entienden mejor que nadie. Eso sí, a cambio los finales son angustiosos , a veces por lugares demasiado estrechos, complejos, pero así es Italia”.

Álvaro Pino“Veías gente arrodillada en las cunetas”

Álvaro Pino es el mentor de varios de los protagonistas de este reportaje. El de Ponteareas, pionero del ciclismo gallego en la edad moderna, conoció un Giro espectacular que competía con el fútbol. “La aceptación del ciclismo en los inicios de los ochenta era extrema, compitiendo de tú a tú con el fútbol. Había un elenco de ciclistas extraordinario, pero los ídolos eran Moser y Saronni”, recuerda. Pino vivió momentos indescriptibles en la carreteras italianas en aquellos tiempos. “Veías a gente arrodillada en las cunetas adorando a las grandes estrellas, Vai, vince, Beppe (por Saronni), gritaban en las subidas, era espectacular”.

El ahora máximo responsable de la parte deportiva del Xacobeo, el equipo que devuelve el Giro a Galicia, explica que siempre le gustó esta carrera, y que la eligió para hacer debutar a muchos ciclistas que luego fueron estrellas. “Como ciclista estaba en mis primeros años, pero a partir de ahí empecé a andar bien. Como director, hice debutar ahí a Serrano, a Rubiera o a Heras, que luego fueron grandes corredores”.

Suso Carballido“En Nápoles había que estar muy pendientes”

Jesús Rodríguez Carballido participó en el Giro del año 90. “Mi sueño era llegar a Milán. Salimos desde Bari, y no lo veía tan fácil. Hay etapas de montaña que impresionan, pero al final lo conseguí”, recuerda. “En Italia no se gasta un gramo de fuerza innecesaria. Los últimos sesenta o setenta kilómetros se va muy deprisa, y todo el mundo quiere estar ahí”, explica. Carballido señala que el ambiente era muy bueno, pero reconoce que en algunos lugares de la península, especialmente en el sur, tenía que poner un especial cuidado. “Me sorpendió un detalle: en ciudades como Nápoles, por ejemplo, había que estar muy pendientes de tus cosas, porque de lo contrario podías encontrarte conque te robaban”.

Marcos Serrano“La pillería de di Grande pudo conmigo”

El formidable escalador de Chapela empezó a despuntar en la carrera italiana, donde logró un fenomenal octavo lugar en la general y estuvo a punto de ganar una etapa con sólo 25 años. “Participé en el 97 y en el 2006 -recuerda-, pero el primero fue el más bonito. Terminé octavo y pude ganar una etapa, pero la pillería de di Grande pudo conmigo”. Respecto a las particularidades de la carrera, explica que “es un caos organizado. El ambiente supera en muchas etapas al del Tour, hay una gran cultura deportiva”, señala el ex corredor del Kelme y de la Once. “Otra particularidad es que a diferencia de la Vuelta, el Giro termina en los pueblos, no en grandes ciudades. Además, siempre hay una tachela que te obliga a poner un 25 atrás”, recuerda.

Gustavo Otero“Subiendo un puerto eché pie a tierra”

Gustavo Otero participó en 2001 y 2002. “Es muy duro, sobre todo los finales de etapa. Se convierten en ratoneras, con muchas caídas, es una carrera muy loca. Sólo pude terminar el segundo año, del que tengo un recuerdo especial”, explica el ciclista. Otero es un corredor que sufre mucho con las alergias, y el polen le jugó una mala pasada en su última aparición en Italia. “Era el mes de abril, y yo padecía mucho de las alergias. El polen me afectó mucho, y subiendo un puerto en los Dolomitas me atasqué por completo. Tuve que echar pie a tierra para recuperar un poco, pero pude volver a subirme a la bicicleta para terminar”, explica, orgulloso.

J. l. Sánchez de la Rocha“Olano perdió aquel Giro en el Mortirolo”

El ciclista vigués participó en la edición del 95, formando parte del histórico Kelme de Álvaro Pino. Su principal recuerdo llega desde las míticas ascensiones, especialmente el Pordoi y el Mortirolo. “El Mortirolo es durísimo. Me acuerdo que en aquella etapa iba bastante bien, pero sufrí mucho. Aquel día fue cuando Olano perdió el Giro ante Pavel Tonkov”. De la Rocha era un especialista en meterse en las fugas. “Tuve la suerte de meterme en algunas escapadas. Allí se va muy deprisa y viven mucho el ciclismo, acabar el Giro es muy bonito”, concluye el corredor.

J. Ángel Vidal“As subidas tiñan algúns tramos de terra”

José Ángel Vidal, actualmente brazo derecho de Álvaro Pino al frente de la estructura del Xacobeo Galicia, tomó parte en tres ediciones de la Corsa Rossa. Es, por lo tanto, una de las voces más autorizadas para explicar las diferencias con respecto al resto de carreras.

“Debutei no meu segundo ano, etocoume sufrir moitísimo. O máis complicado chega nos finais de etapa, porque adoitan meter circuitos”, comenta. “Hai moitas ratoneras. Aparte diso, o ciclismo non é tan distinto ca o da Vuelta ou o do Tour”, relata Vidal, discrepando de la opinión de la mayor parte de sus paisanos. “Outra complicación chegaba nas subidas, porque ás veces eran con tramos de terra. A bicicleta resbalaba e facíase máis duro”, reconoce el otrora potente ciclista del Kelme.