-La derrota en Vallecas reactiva la preocupación.

-Es lógico. Todos pensábamos que los males venían de que los resultados negativos pesaban mucho en el equipo y le impedían realizar partidos completos con regularidad. Y estábamos esperanzados con que esto cambiase tras la victoria sobre el Córdoba. Todos hemos sufrido una decepción. La imagen no fue buena. El equipo no transmitió confianza. Ha sido un toque de atención importante para todos. Entiendo que pueda haber preocupación. Estoy trabajando para buscar soluciones y conseguir estabilidad, seguridad.

-Usted habla de toque de atención. Algún jugador afirma que han abierto los ojos. ¿Es que todavía no sabía el equipo dónde está y qué se juega?

-Sí que somos conscientes. Lo que pasa es que igual pensábamos que eran los resultados los que hacían que no llegásemos a conseguir lo que queríamos. Ahora entendemos que hay otros problemas que tenemos que atajar para que definitivamente nos mostremos como un equipo más sólido. Debemos afrontar los nueve partidos que quedan con entereza y unión, sabiendo que es una situación diferente a la que nos habíamos imaginado. De lo que sí estamos convencidos es de que lo vamos a sacar adelante. Conocemos los problemas.

-Hay un antes y un después de Vallecas. Y eso se traducirá en cambios.

-Es un poco eso. He llegado aquí con una idea concreta para transmitir a los jugadores y llevarla a cabo. Lo hemos conseguido en ciertos momentos y esto me ha hecho albergar esperanzas. Pensaba que sólo necesitaba un buen resultado. Me he dado cuenta de que esa victoria no ha sido suficiente y que igual hay que cambiar algunas cosas para dotar al equipo de la solidez y seguridad que necesita.

-¿Adiós a la propuesta ofensiva, hola al fútbol conservador?

-Mi idea de fútbol es clara y para mí la mejor. De esto no tengo ninguna duda. Pero lo que no puedo hacer en estos momentos es ser cabezota. Intentaré ser lo más inteligente posible para saber qué necesita el equipo. Si tengo que hacer alguna rectificación, la voy a hacer para que el equipo tenga la solidez necesaria y a partir de ahí los jugadores se sientan seguros y desarrollen sus condiciones. Esperaba conseguirlo de una manera pero si tengo que seguir otro camino, lo seguiré.

-¿Algún detalle concreto?

-Los problemas más claros son de la parte defensiva. En el aspecto ofensivo el equipo genera ocasiones y domina los partidos en general. No logramos transmitir seguridad. La cuestión pasa por cambios que supongan una mayor sobriedad.

-Cuando el Rayo te pasa por encima uno se plantea si la plantilla baja los brazos.

-Estoy contento con la actitud de la plantilla. Sí nos pasa que un contratiempo nos pesa mucho. Nos falta un punto de entereza que tenemos que controlar. Con los cambios que aplicaremos espero que podamos conseguir una seguridad que permita al equipo dar la vuelta a un marcador adverso.

-El presidente habla de su marcha si no se alcanza un acuerdo con Hacienda. ¿La incertidumbre afecta al vestuario?

-No creo. Lo que se nos trasmite desde el entorno es todo bueno. La confianza que nos da el presidente y la directiva, el soporte de la afición… No tenemos queja. Todo se maneja con normalidad. Por ese lado no hay excusa, además de que uno nunca debe ponerlas, sino reflexionar sobre lo que hace.

-Algunos dirán precisamente que la directiva no deben trasmitir apoyo, sino mano dura. O que usted debe ser un sargento, que no es el perfil que transmite.

-Hay que analizar qué necesita el equipo y yo en ningún momento he percibido que necesite eso. No es que no haya actitud o mentalidad para trabajar. Sí la hay, se ve en cada entrenamiento. La gente tiene disciplina, seriedad. Si percibiese otra cosa, actuaría con firmeza.

-Tampoco lo reconocería públicamente. Su mensaje es el obligado.

-Bueno, si intentas ser coherente y se necesitasen otras cosas… Yo lo que quiero es que el Celta gane. Hay que percibir qué necesita el equipo para ponerlo en escena y yo no he percibido falta de actitud. Sí es cierto que era un equipo concebido para otros objetivos, que han ido cambiando, y eso afecta al ánimo de los jugadores. Ahora estamos en otra fase clara, en la que tenemos un objetivo al que debemos adaptarnos. Somos conscientes de la difícil situación que atravesamos, pero estamos convencidos de que tenemos capacidad suficiente para sacarlo adelante, dando lo mejor cada uno desde su papel. La afición lo está haciendo, la directiva lo está haciendo y ahora lo tenemos que hacer nosotros.

-Se le ha admirado como jugador, en Vigo es muy querido, fue técnico en el Barcça. Existía la duda de si sabría adaptarse al reto actual del Celta. Los resultados no despejan esa duda.

-Lo entiendo. Sé que la apuesta por mí se ha dado desde la confianza en estos factores y entiendo que puedan surgir dudas respecto a mí. El que no tiene ninguna duda soy yo. No tengo ninguna duda sobre mi capacidad. He vivido muchas experiencias en el mundo del fútbol, buenas y malas, en clubes importantes y en clubes modestos. Sé lo que cada situación requiere. La idea que traía al principio no se ha visto concretada en resultados, aunque he visto en determinados momentos que se podía llegar a ella. En esta situación hay que tomar otras medidas y se van a poner en práctica. Sigo con la ilusión de cuando llegué. He venido a un gran club, con el que puedo tener un proyecto de futuro. Pero debo convivir con el momento actual, debo afrontarlo. Esto me hará crecer como entrenador y también hará crecer al Celta. Superar este tipo de situaciones nos hará fuertes a todos.

-En realidad usted ya convivió en el Celta con el riesgo de bajar a Segunda B durante la crisis de los avales.

-Y aquello fue el principio de la mejor época del Celta en su historia. En mi vida profesional se han ido dando circunstancias recicladas, situaciones malas que han sido el inicio de otras buenas. Puede ser un momento parecido.

-Tras la derrota en Salamanca le llegaron a preguntar si dimitiría. Hay una cierta psicosis.

-Cuando uno llega, no sabe realmente cuál es la situación del club, del equipo… Me he ido dando cuenta conforme pasaban los días y los partidos. Bueno, ya sé realmente dónde estoy. En mi vida profesional siempre lo he dado todo en los equipos donde he estado. Es mi forma de ser y mi manera de aportar. No sé lo que puede pasar. En lo que dependa de mí, habrá momentos de debilidad, soy humano, pero existirá compromiso. Hasta el último momento. Espero poder marcharme yo, pero dentro de muchos años.

-El presidente dice que usted seguirá el año que viene y con poder en la confección de la plantilla. En la hipótesis de la permanencia. En el club nadie se atreve a pronunciar “Segunda B”. ¿Practica el mismo mecanismo mental de defensa?

-En esta cuestión debemos ser realistas. La situación deportiva es difícil. Nuestro objetivo es escalar posiciones y eludir cualquier riesgo que nos lleve a estar a final de temporada sufriendo por algo que sería dramático para el club.

-Tampoco llega usted a decir “Segunda B” o “descenso”. ¿Asustan las palabras exactas?

-No. Todos somos conscientes de los riesgos que corremos. Está bien pensar de esa manera. Siempre debemos mirar hacia arriba, pensando en ganar.

-Siento que el celtismo confía más en que el Alavés siga perdiendo que en que el Celta empiece a ganar.

-Estoy convencido de que los equipos van a apretar y nadie va a regalar nada. En eso no podemos confiar. Debemos confiar en lo nuestro, en que saldremos adelante si hacemos las cosas bien. Ponerse en manos de otros nunca es bueno.

-¿Tiene tiempo de visualizar cómo le gustaría que fuese el Celta de Eusebio el año que viene?

-Ha habido momentos en que me he ilusionado. He visto que podemos llegar a conseguirlo. Han sido momentos de tranquilidad, de poca presión, en entrenamientos, amistosos, alguna fase de algún partido. Necesitamos de otra situación para llegar a eso. Me sirve para ilusionarme y para darme la tranquilidad de que se puede conseguir. Ahora prefiero centrarme al cien por cien en lo que requiere la situación actual.