Balaídos ha frenado, una vez más el avance del Celta, que parece encontrarse más cómodo en el papel de visitante. Los celeste cedieron su segundo empate sin goles consecutivo en casa en un choque tan igualado como desprovisto de producción futbolística. El punto deja conclusiones encontradas, en el aspecto negativo las grandes dificultades que se encuentra el equipo de Murcia para generar peligro ante una defensa rigurosa (como la que sus rivales acostumbran a oponerle en casa), y su excesiva dependencia de la inspiración de Trahorras y Dinei para hacer daño; en el positivo, la mayor seguridad defensiva (ha recibido un solo gol en los últimos cuatro partidos) y la confianza que proporciona la racha de once partidos que el equipo vigués acumula sin perder.

primer once repetido

Después de trece partidos de Liga y cuatro de Copa, Pepe Murcia pudo por fin repetir once. El cordobés desplegó sobre el campo a los mismos hombres que derrotaron la pasada semana a domicilio al Levante. Apenas una variante: Ghilas formó inicialmente en la banda izquierda y Óscar Díaz a la derecha, si bien ambos intercambiaron con frecuencia sus posiciones. El Celta trató de explotar el recurso de las bandas y, pegado al flanco izquierdo, el argelino protagonizó algunas de llegadas interesantes: un desequilibrante eslalon, una inteligente combinación con el propio Óscar Díaz y un remate a pase de Dinei despejado apuradamente por la defensa. El resto lo pusieron, sin demasiada fe, entre Trashorras y Dinei. Un guión prácticamente calcado al de hace quince días ante el Rayo Vallecano.

antítesis copera

Cualquier parecido entre el duelo copero de octubre y el de Liga de anoche fue pura coincidencia. Las enormes facilidades con que el Celta encontró entonces se tornaron ayer en dificultad. La Real extremó la prudencia, destinó recursos a la defensa, y achicó los espacios en busca de un latigazo a la contra. Rara vez llegó porque el Celta se aplicó con rigor en la presión en medio campo y circuló la pelota con iniciativa aunque sin asumir riesgos. La zaga celeste ofreció muy pocas fisuras y Real sólo generó peligro en un par de ocasiones resueltas con solvencia por Notario.

ida y vuelta

La cautela que acompañó a los dos equipos en el primer tiempo desapareció nada más reanudarse el partido, que se tornó de ida y vuelta. Los errores en las entregas se sucedieron y el balón cambió con velocidad de dueño. El peligro fue escaso, a pesar de que Notario tuvo que salir al rescate tras grave fallo de coordinación (el único del partido) entre los dos centrales. Pero el cancerbero celeste, de nuevo providencial, desactivó un mano a mano con Estrada. La ambición y agresividad de la Real creció con el paso de los minutos a la par que menguaba la del Celta, más espeso en el manejo de la pelota.

los cambios

Lillo agotó sus cambios antes de que Pepe Murcia hiciese el primero, en el minuto 73. Y el cordobés, de nuevo, se dejó munición en el banquillo. El movimiento de piezas proporcionó mayor despliegue la Real, que se fajó en un yermo intercambio de golpes. Murcia retiró a Trahorras por Abalo (decisión cuestionable a pesar de lo apagado del lucense) y, a continuación, cambió a Ghilas por David para jugar con dos extremos y dos delanteros. El canterano, en sagaz combinación con Dinei, protagonizó la mejor opción de los celeste, abortada en una gran doble intervención por Bravo, el eficiente portero realista.

la sorpresa de oubiña

Borja Oubiña fue de nuevo la sorpresa al ser incluido por Pepe Murcia entre los elegidos para el banquillo. Pero como se esperaba el medio centro fue un espectador más y eso que Murcia, una vez más, prefirió no agotar los cambios. Claro que, con todo en el alero, el partido no estaba al final para experimentos.