El deterioro que presenta el Centro de Deportes Acuáticos de Chapela agota la paciencia de sus usuarios. A pesar de llevar solo cuatro años de funcionamiento, los defectos de construcción y la falta de mantenimiento provoca que los socios de estas modernas instalaciones tengan de sortear goteras en las instalaciones o carecer de taquillas en los vestuarios porque la mitad se encuentran sin puertas y con la madera reventada por la humedad, entre otros problemas.

"Estamos hartos de presentar reclamaciones al Concello y a Aqualia [la empresa concesionaria] sobre la situación lamentable que presentan las instalaciones, pero nadie hace nada. Hasta el suelo del aula de fitness se encuentra abombado, pegado con cinta, y los vestuarios son inaceptables con las taquillas todas destrozadas y los secadores llenos de óxido en un edificio de solo cuatro años. El abandono es absoluto para unas instalaciones por las que los abonados pagamos casi 30 euros al mes", denuncia Ángela López, una de las usuarias de las instalaciones.

Desde la Asociación de Vecinos de Chapela aseguran que han recibido muchas quejas por la situación de este edificio, y también por parte del Club de Remo, que ocupa la planta baja, por los problemas de filtraciones. "No entendemos como un edificio en tan poco tiempo de uso puede presentar ese deterioro, es una vergüenza teniendo en cuenta el elevado precio de la instalación", afirma el presidente del colectivo vecinal, Marcial Pérez. Y razón no le falta. Porque el Centro de Deportes Acuáticos fue el proyecto estrella del anterior gobierno bipartito, en el que se invirtieron cerca de 6 millones de euros. Pretendía ser un ejemplo de innovación en eficiencia energética con un moderno sistema de geotermia para calentar el agua de la piscina, pero nunca llegó a funcionar. "No entendemos qué pudo pasar cuando este sistema incrementó el precio de la instalación en un millón de euros para nada. Y tampoco que se crease una comisión de investigación para exigir responsabilidades para después cerrarla sin conclusiones", lamenta Pérez.

La concejala de Urbanismo, María del Carmen Amoedo, reconoce el mal estado de las instalaciones por los defectos constructivos que presenta, y explica que el pasado año se realizó un estudio de los distintos problemas del edificio para exigir a la empresa constructora que los corrija. "Estamos sufriendo las consecuencias de una obra que se hizo mal desde su inicio por parte del anterior gobierno. Tenemos abierto un procedimiento para ejecutar los avales, aunque es un trámite lento, pero poco a poco se irán corrigiendo los defectos", señala. Tras cambiar la caldera y la chimenea, el próximo paso será renovar el mobiliario de los vestuarios.