Este verano se cumplirán tres décadas desde que el conocido submarinista Pedro Novalbos retiró de unas rocas a ocho metros de profundidad en Cabo Silleiro, con apoyo logístico de la Xunta, los cañones piratas del siglo XVI que había descubierto un año antes en una de sus inmersiones a pulmón. Aquel importante hallazgo, que hacía vislumbrar la existencia de un auténtico tesoro subacuático en la costa entre Baiona y Oia, permaneció guardado en el almacén del Museo de Pontevedra hasta la inauguración de la Casa de la Navegación de Baiona, que expone al fin las llamadas culebrinas como uno de sus reclamos estrella. La sala ha incorporado esta semana otras tres destacadas piezas procedentes del mismo misterioso yacimiento submarino miñorano, cedidas por el mismo explorador. Una libra y dos florines ingleses de plata, acuñados a mediados del siglo XIX, ocuparán un lugar destacado en las vitrinas de la galería.

Se desconoce el pecio que guardaba las tres monedas, halladas en 2012 por otro buzo que, conocedor de su experiencia con los cañones, se las entregó a Novalbos para que se ocupase de hacerlas públicas. Él se las hizo llegar a la Xunta y el museo baionés las reclamó en enero, nada más declararlo el Ejecutivo gallego catálogo con colección visitable, condición que le permite recibir elementos arqueológicos para mostrarlos o almacenarlos.

Su restauración y exposición no habría sido posible sin el "compromiso con la cultura de Pedro Novalbos", destacó agradecido el alcalde, Ángel Rodal, en la presentación de las piezas, a la que asistieron el propio submarinista, la concejala de Cultura, María Iglesias, y la directora de la Casa de la Navegación, Rosa Villar.