Pinzón no solo encontró en Baiona un puerto de abrigo donde resguardarse de la tempestad. Halló en sus vecinos la solidaridad y la hospitalidad que ayudaron a su tripulación a recuperarse de un tornaviaje extenuante y repleto de enfermedades y que repararon su maltrecha carabela. Los calafateadores de la villa real dejaron La Pinta como nueva para regresar a su puerto base, Palos de la Frontera, y la Arribada rinde homenaje por primera vez a aquellos profesionales de las carpinterías de ribera que conservaron durante siglos el mismo método para impermeabilizar las embarcaciones, hasta hace apenas unas décadas.

El historiador baionés Anxo Rodríguez Lemos es el "padre" de la muestra titulada "O calafate: un oficio de ribeira", que se inauguró ayer en la planta baja del Concello. No solo ha realizado una ardua investigación para dar a conocer la historia del gremio, sino que ha desplegado en la sala decenas de herramientas de su colección particular. Para ello, ha contado con la colaboración del último carpintero de ribera de la villa, Manuel Costas Gómez, ya jubilado y conocido en la villa como "O Kanikí", que también ha cedido aperos del astillero que fundó hace más de medio siglo en O Burgo.

Un facsímil de un privilegio real de Enrique II concedido a Baiona en 1393 arranca el recorrido de la exposición. El documento desvela la existencia de astilleros en la localidad ya por aquel entonces y da paso a paneles informativos sobre los entresijos del oficio que dejaba las embarcaciones estancas a base de estopa y brea. La muestra recuerda las últimas empresas del sector en la villa e incluye un vídeo explicativo grabado en los años 90. Presenta además maquetas de La Pinta, de una gamela y de un vapor, prestadas por Jesús Cedeira Carneiro.