Como la esposa de Lot, que se convirtió en estatua de sal por mirar atrás cuando huía con su marido y sus hijas de Sodoma, en el monte ponteareano de A Picaraña hay una mujer petrificada en piedra del país. La descubrió la pintora Patt Skinner y la plasmó en uno de los 19 cuadros, con los que quiere transmitir parate de la energía de este paraje ponteareano.

Patt habita desde hace una década al pie del monte. En muchas ocasiones pasea por los senderos o entre los árboles y va aprendiendo los "recunchos" y conociendo a los "penedos". Así fue como vio un día a la "dama de la Picaraña".

"Desde lejos parecía una elegante mujer inmóvil, apoyada sobre una peña grande, entre los árboles... Me acerque y me quedé paralizada, era una estatua natural perfecta", explica Patt.

La visitó durante semanas, viéndola desde diferentes puntos del monte, y al final le pidió permiso para pintarla. Ya bautizada como la "Dama de la Picaraña", la pintora plasmó en el lienzo la belleza de esa formación granítica, que ahora quiere apadrinar, dentro de la iniciativa que ha puesto en marcha la comunidad de Montes.

Diecinueve óleos

De padre escocés y madre española, esta pintora que dedicó la mitad de su vida a la enseñanza, ha dedicado parte de su tiempo en los últimos años a "abrir pequeñas ventanas al monte de A Picaraña". Cada una de esas ventanas, con marco tosco de madera, es un óleo que muestra un lugar diferente del monte para retratar las diferentes formaciones graníticas e intentar llevar al cuadro la magia del entorno.

Entre los cuadros está el "penedo dos enamorados" o el "do equilibrio", pero también están "a anduriña", "o moucho", el "sombreiro" la "pedra da caixa", el "penedo de Pedro Madruga", la "vella" o "os vellos", además de la descubierta "dama".

Los cuadros, que están aún expuestos en el Castillo de Sobroso hasta el día 19, son diecinueve rincones mágicos congelados en los lienzos por la pintora.

Patt Skinner se siente atraída por la leyendas de la zona, las historias, algunas reales, que hacen que el caminante se sienta especial en este monte.

"Cuando decidí vivir aquí ya me atraía este sitio, pero desconocía la magia y la energía que se puede encontrar en A Picaraña... Me di cuenta cuando paseaba al alba o me sorprendía la noche, y me hice amiga de estas formaciones graníticas, auténticas esculturas naturales", explica la pintora.