Veinticinco bólidos de construcción artesanal alcanzaron ayer velocidades de vértigo durante la novena edición de la Baixada de Carros de Bolas de Camos, una competición de carácter popular recuperada hace un año por la asociación Eixo Tolo en colaboración con el Centro Cultural A Camoesa tras casi una década sin celebrarse.

"Hace 20 años corríamos nosotros, fabricábamos nuestros carros con rodamientos y piezas de cochecitos de bebés", recuerda Gerardo Ferreira, uno de los impulsores de la recuperación de la carrera, aunque en un escenario distinto. "Dejó de celebrarse porque la carretera desde el torreiro hasta el pazo de A Touza estaba muy mal y ahora no podemos utilizarla porque hay badenes para peatones que suponen un problema de seguridad", explica Ferreira.

El nuevo circuito, por la carretera de San Roque hasta el pazo de A Touza, no es, sin embargo, menos espectacular que el clásico. Sus 900 metros, con un giro de casi 360 grados en su inicio y una pendiente del 70 por ciento en su tramo final, proporcionó ayer a los pilotos buenas dosis de adrenalina y al público vistosas imágenes en cada descenso.

La competición arrancó en torno a las tres de la tarde, con la recepción de los pilotos y la verificación de los carros de bolas. "Se trata sobre todo de controlar que cumplen las condiciones de seguridad, sino no salen", indicó Gerardo Ferreira. Cinturón y frenos, son los dos elementos que debían incluir los bólidos, mientras que sus ocupantes estaban obligados a ir equipados con al menos casco y rodilleras.

Para abrir el tramo, al que acudieron también dos coches clásicos, y dar ambiente festivo al descenso tocó la Treboada de Pinzás, que acompañó el descenso hasta su finalización a última hora de la tarde.

Los competidores se lanzaron uno a uno por la pendiente con el objetivo de marcar los mejores tiempos y alcanzar así uno de los tres trofeos entregados por el Concello de Nigrán, que colaboró con el evento, también respaldado por la Diputación. El primer clasificado se llevó además 50 euros, cortesía de los pequeños comerciantes de la parroquia nigranesa.

Pero no solo ganaron los más veloces -en modalidad individual y grupal- también los autores del carro de bolas más elaborado y festivo, que obtuvo un premio en metálico de 100 euros.

La jornada fue un éxito, por ello sus organizadores cuentan con volver a repetir la experiencia de nuevo el año próximo, manteniendo así una tradición perdida en la parroquia.