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LOURIÑA

El guardián del "pabe"

José Antonio González, primer conserje del polideportivo de Porriño, se jubila 33 años después

José Antonio cierra la puerta del pabellón por última vez. // J. González

El Polideportivo Municipal de Porriño no se entiende sin la figura de José Antonio González González, del mismo modo que el propio José Antonio no entiende su vida sin el pabellón o "pabe", tal y como lo denominan muchos de los más de 800 niños y niñas, chicos y chicas, que a diario pasan por sus instalaciones. "Esta es mi casa; como siempre digo, esto lo parí yo", afirma José Antonio. Y no exagera. El que desde hoy ya cuenta como un pensionista más empezó a trabajar de conserje en el polideportivo desde la fundación del mismo, en 1983. Concretamente "en el mes de mayo del 83, aunque la inauguración oficiosa, que no oficial, se produjo en el mes de septiembre, con un partido de baloncesto disputado con motivo de las Fiestas del Cristo de aquel año", recuerda González.

José Antonio se jubila con "65 años y 4 meses", después de haber trabajado otros 33 como conserje de un edificio que hasta hoy no ha conocido otro, al menos no otro con tales poderes de mando, porque como él mismo reconoce, "en cierto modo allí mando yo". Y lo cierto es que ese verbo todavía no se puede poner en pasado, porque admite que seguirá "vinculado al pabellón y manteniendo relación con todos y todas", por lo que no es descartable que, teniendo en cuenta la ascendencia que José Antonio tiene en el polideportivo porriñés, sus órdenes sigan siendo acatadas.

De carácter fuerte pero de corazón noble, tal y como le describen directivos, entrenadores y jugadores de los diversos clubes que pisan el pabellón día tras día, a José Antonio se le pudo ver ayer con la emoción propia de alguien que ve reconocida toda su trayectoria profesional. Fue en la clausura de la décimo octava edición del campus de baloncesto PBB y fue por sorpresa. Sonora ovación del público asistente, placa conmemorativa y una camiseta con el número 12 a la espalda, el que llevaba su hija cuando jugaba en ese club, fueron sólo una parte de un homenaje que emocionó a muchos y que puso en valor las virtudes de una persona que ha sabido lidiar con muchas directivas, con muchos entrenadores, con muchos jugadores y con varios alcaldes y alcaldesas. De hecho, José Antonio se va con un "inmenso agradecimiento a todos ellos por la ayuda prestada en los momentos difíciles".

Las Copas de la Reina de balonmano y baloncesto, "de las que siento especialmente orgulloso", el campeonato de España juvenil masculino de baloncesto en 2014 o el celebrado este año en la categoría infantil femenina de este mismo deporte son algunas de las memorias que se lleva. Pero lo que realmente se lleva es mucho más. Ya no echará más el cierre del pabellón. Ya no meterá prisa a los equipos para que abandonen las pistas o las duchas. José Antonio se va y con él se va un símbolo, una imagen presente en el imaginario colectivo de los usuarios del "pabe", que mañana, cuando entren, verán que el conserje ya no está. Se jubila el primer guardián que ha tenido el pabellón, y nadie duda de lo merecido de la jubilación.

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