En junio cumplirá un año en obras pero todavía se desconoce cuándo llegará el día en que operarios y máquinas abandonarán la Avenida Julián Valverde de Sabarís. Según las administraciones autonómica y local, las empresas que intervienen en el proyecto de humanización realizan "comprobaciones para que la calle quede en las mejores condiciones", pero la realidad es otra. Fuentes próximas a los trabajos confirman que es la rotura del depósito asociado a la estación de bombeo de la red de saneamiento la que retrasa su esperada finalización. Todo a punta a que se trate de una supuesta ejecución incorrecta.

La estación de bombeo que lleva más de un mes acotada con vallas que impiden la circulación a lo largo del día por la avenida presenta un depósito de poliéster instalado a 4 metros de profundidad. Expertos consultados señalan que la excavación sería demasiado honda en una zona como esta zona del barrio baionés de Sabarís, casi al nivel del mar y con terreno arenoso.

Los mismos profesionales explican que la actividad marítima puede afectar a la firmeza del material sobre el que se asienta el tanque. Así, una probable inestabilidad de la base podría haber causado las grietas, registradas en el fondo del depósito y hacia su interior.

La reparación resulta dificultosa. Al parecer, los operarios de la empresa subcontratada para la instalación de la estación de bombeo realizaron un primer intento que resultó fallido. Ahora ejecutan el segundo. El jueves manipulaban parches para tapar los agujeros.

Pero este "imprevisto" no es el único que deben solventar los trabajadores. Según pudo saber este diario, el mismo bombeo disponía de un cuadro eléctrico provisional que ofrecía suministro mientras durase la obra. Un presunto despiste hizo que se cerrase la zanja sin sustituir el temporal por el definitivo, por lo que será necesario agujerear de nuevo el pavimento para colocarlo.

Todo ello ocurre mientras la Consellería de Medio Ambiente, Territorio e Infraestructuras, promotora del proyecto de humanización, mantiene la versión de que se "está controlando el resultado de los trabajos para garantizar el correcto funcionamiento de los servicios básicos", la misma que repitió durante semanas la concejala de Urbanismo de Baiona, Ana Simons. Nadie puede poner fecha a la culminación de las obras.

Mientras tanto, los afectados ansían la vuelta a la normalidad, si es posible. Comerciantes del entorno se muestran "muy preocupados" por la señalización que limita las plazas de aparcamiento y el tiempo en que sus clientes pueden dejar sus vehículos estacionados, media hora en la mayoría de los casos. Estas restricciones, aseguran, "espantan" a la gente. "Los conductores llegan y, cuando leen las señales, se marchan".