La catedral de Tui reunió ayer tarde a cientos de fieles que abarrotaron el templo para asistir a la solemne apertura del Año Jubilar de la Fe, una masiva respuesta a la llamada del obispo de la diócesis de Tui-Vigo, monseñor Luis Quinteiro Fiuza, quien pidió a las familias que "acojan con alegría la llamada de la Iglesia para que sean escuelas de fe".

El prelado indicó como modelo para hacerlo "el ejemplo del buen samaritano", pues "la credibilidad de la fe, hoy como ayer, no se muestra con bellas palabras fascinadoras, sino con actos cotidianos de servicio humano al que está a nuestro lado, especialmente al que está herido y abandonado. Los enfermos, los pobres, los parados, los marginados de toda clase y condición han de ser siempre objeto preferente de nuestra atención".

Esta celebración especial llega un día después de haberse realizado en Roma, por el papa Benedicto XVI, quien la convocó en su carta apostólica "Porta Fidei" , con principal referencia al Concilio Vaticano II, del que se cumplen 50 años y al papa Juan XXIII "que nunca dejó de proclamar el optimismo de la fe contra los profetas de calamidades". En la actualidad "si aquella mirada optimista de la Iglesia era necesaria en unos tiempos de guerra fría y de división del mundo, es innegable que hoy tenemos necesidad de ella; la crisis por la que atraviesa nuestro mundo presenta una gravedad de difícil comparación y la tentación del pesimismo amenaza con asentarse en los corazones", advirtió el prelado.

Reflexionó sobre la historia, que parece haber dado la razón a la confianza del conocido como "papa bueno", con la evolución que ha llevado al fin del totalitarismo ideológico, lo que da pie para pensar en que "el futuro dará la razón a quien continúa apostando por el hombre, creyendo en los caminos misteriosos de la Providencia y sembrando hoy semillas nuevas ante el escepticismo de tantos"; un camino de esperanza que "nos invita a recorrer el Santo Padre Benedicto XVI en este Año Jubilar de la Fe" que finalizará el 24 de noviembre de 2013, aunque "atravesar la puerta de la fe supone emprender un camino que dura toda la vida", dijo, para recordar el acto del bautismo, donde comienza el trayecto vital.

Es, en definitiva, la renovación de la Iglesia que el papa invita a llevar a cabo, con testimonio de los creyentes y el descubrimiento de amor a Cristo. Es la alegría de creer que impulsa a evangelizar.

Resaltó el papel de toda la comunidad diocesana y propuso el catecismo de la Iglesia Católica como instrumento de apoyo a la fe en la diócesis.