¿Pero qué hacen? ¿Por qué echan tierra de labranza en la playa? ¿Se han vuelto locos? Similares comentarios pudieron escucharse ayer en Baiona. El motivo: las labores de regeneración de los arenales que, con autorización de Costas, ha emprendido el concello y que consisten en la realización de nuevos aportes de arena.

Su procedencia, la desembocadura del río Miño, suscitó críticas y desconfianza entre los baioneses, que, a punto de iniciarse la temporada estival, comprobaban ayer cómo un camión descargaba arena negra sobre las playas de Ribeira y A Barbeira, que volverán a abrirse al público mañana.

¿Atentado ecológico? Desde el ayuntamiento aseguran con rotundidad que no. "Costas está al corriente de la actuación, ha analizado la arena y ha dado su aprobación, por lo que estamos seguros de la idoneidad de los nuevos aportes", explicó ayer el alcalde, Jesús Vázquez Almuiña. Señaló que en su momento "también se pensó en el material extraido en las obras de ampliación del puerto", algo que, sin embargo, se desestimó al presentar características muy diferentes a las de la arena de las playas.

Por el tamaño del grano y su color, la arena del río Miño es, por extraño que parezca, la más parecida a los dorados arenales miñoranos. "Se ve negra, pero es simplemente porque está húmeda, en cuanto seque se mezclará con el resto y no se notará", apuntó el concejal de Medio Ambiente, Manuel Vilar.

Aportes del mismo material ya se realizaron recientemente en otras playas del municipio vecino de Nigrán. Allí tambien hubo reticencias sobre su adecuación, planteadas en este caso incluso por el grupo municipal del PP, partido que gobierna en Baiona.