Somos unos cuantos los preocupados por el declive cultural de Vigo. Últimamente, asumimos estoicamente cómo las fundaciones Barrié y Afundación programan a la baja, con poca implicación y contenidos raquíticos y pobres. Musicalmente hablando, es la Sociedad Filarmónica de Vigo la que salva los muebles casi heroica y milagrosamente. Incluso algún banquero pretende cargarse un teatro en nuestra ciudad para no invertir en él. Al tiempo.

Sacando horas a mis ocupaciones y echándole no poco coraje, me reúno o lo intento, con personalidades de la política que tienen potestad para cambiar las cosas. Es decir, realizo, modestamente, gestiones que no me competen y sí a políticos que no mueven un dedo.

Una de mis últimas entrevistas fue con Anxo Lorenzo, secretario xeral de Cultura de la Xunta. Anxo es encantador y muy atento; pero me dio la mala noticia de que no se iba a crear la Escuela Superior de Danza, prometida por Feijóo para Vigo en 2009. La razón, según Anxo, era la falta de demanda. Yo traté de darle mil argumentos, hasta que, al final de la reunión, yo le dije que tenía que hacerse porque era un compromiso del presidente con la ciudad, del cual tenía pruebas y testigos. Hasta hoy.

Para terminar, he de decir que ni PP, PSdeG, Mareas o BNG están por la labor; lo cual es una enorme frustración. Es más, paradójicamente, he de reconocer que he encontrado menos receptividad en las formaciones de izquierda que en el PP.

En relación con lo anterior, aún recuerdo las peticiones de reunión con Touriño y Beiras cuando aún no pisaban moqueta, en relación con cómo transformar Galicia. Ambas, solicitadas repetidamente, fueron ignoradas absolutamente. Aún conservo los acuses de recibo postales. Ellos ya se lo sabían todo. Ya comprobamos después el resultado de su gobierno en la Xunta.

Lamentablemente, son demasiados los que todavía conciben una Galicia sin Vigo. Allá ellos. Pero, realmente, ¿no es atroz?