Los niños obesos y en buena forma tienen menor riesgo cardiovascular que aquellos con peso normal y mala forma física. Al menos esa es la conclusión de un estudio de la Universidad Pública de Navarra (UPNA) en el que participaron 1.247 menores de entre 8 y 11 años, realizado en colaboración con las universidades de Castilla-La Mancha y Granada, en el que han observado que "tener una buena condición cardiorrespiratoria disminuye el riesgo cardiovascular en niños y niñas con obesidad", afirma la investigadora Idoia Labayen Goñi.

De hecho, el riesgo metabólico, determinado por las concentraciones de triglicéridos, el colesterol HDL (el denominado "bueno") y la glucosa en sangre, así como por la presión arterial, es menor en los niños que, teniendo obesidad, conservan una buena capacidad aeróbica, que en aquellos de peso normal, pero cuya condición física es mala. No obstante, el estudio proporciona otro dato significativo: el riesgo cardiometabólico y la resistencia a la insulina aumentan a medida que se incrementa el exceso de peso corporal a esas edades.

Estos resultados, que han sido publicados en la revista "Diabetes Care", coinciden con otros trabajos realizados con poblaciones de adultos, en quienes se estudia la hipótesis de la paradoja "Fat but Fit" ("gordo, pero en forma"). Según dicha paradoja, aquellos individuos con sobrepeso u obesidad, pero con una buena condición física, no tienen más riesgo de mortalidad por enfermedad cardiovascular que aquellos con peso normal, aunque con mala condición física.

"Los organismos internacionales de salud pública y las sociedades científicas recomiendan instaurar programas de prevención de la obesidad para tratar de frenar la epidemia de obesidad y de diabetes mellitus tipo 2", indica Labayen. "No obstante, el tratamiento clásico de la obesidad basado en la dieta hipocalórica para la reducción de peso tiene muy poco éxito y es de muy difícil seguimiento en población pediátrica", señala.

A la vista de los resultados, los investigadores sugieren que la promoción de la actividad física con el objetivo de incrementar la condición cardiorrespiratoria de los niños debería incorporarse a estos programas de prevención y tratamiento de la obesidad desde las etapas más tempranas de la vida.