Cuando la política no llega, no sabe o no contesta, y las conversaciones bilaterales se tornan confrontaciones y diálogos de sordos, se hace necesario recurrir a las Ciencias, con mayúscula, para comprender la causa-efecto en el pretendido secesionismo catalán, y encontrar una solución razonada.

En Física, sabemos que en todo cuerpo sólido sometido a un esfuerzo de tracción en el que actúan dos fuerzas opuestas, el alargamiento por plasticidad se detiene al alcanzar el momento crítico, y la rotura es inevitable. Y esto es lo que ha ocurrido entre el Gobierno de España y la Generalitat de Cataluña.

Del mismo modo, en Matemáticas, ciencia del orden y la medida, las líneas divergentes son aquellas que salen de un mismo punto y, a medida que se extienden, se van separando una de otra. Así, el Gobierno y la Generalitat, considerados como lados de un mismo ángulo, son líneas divergentes. Y para evitar que se distancien cada vez más, hasta el infinito, será necesario acotarlas, formando un triángulo, con la intervención de un tercer lado: la hipotenusa. Es decir, la mediación parlamentaria como elemento de unión de los dos catetos. Dicho sea sin ánimo de ofender.