Los Estados Unidos de América tendrán como 45º presidente al controvertido Donald John Trump. Este todopoderoso magnate del sector inmobiliario norteamericano, cuya incontinencia verbal lo define como provocador, botarate, grosero, arrogante y presuntuoso, dirigirá los destinos de la nación más poderosa de la Tierra.

Me temo que la inercia lo llevará a utilizar el poder político del mismo modo que ejerció su poder empresarial. Pero que no se equivoque. No es posible pretender dirigir un país como si se tratara de una empresa, ni considerar a los ciudadanos como empleados. Sus intereses son distintos, y sus necesidades, también.

Tal vez tendríamos que concederle el beneficio de la duda, aunque no estoy seguro de que debamos hacerlo. No obstante, esperemos que míster Trump, como nuevo inquilino de la Casa Blanca, observe un comportamiento acorde con las responsabilidades de un hombre de Estado que sabe conducirse con diplomacia, utilice su poder en beneficio del interés global y sepa contener su verborrea si no quiere convertirse en un mandatario grotesco y maleducado.