Si usted es una de esas personas afortunadas a los que el apalancamiento de su fortuna le roba horas de sueño preguntándose dónde florecerá con más seguridad y menos esfuerzo en un mundo ciertamente inseguro, yo le diría que apueste por las necesidades básicas de cualquier sociedad: usted requerirá, más tarde que temprano, de un hospital, de una pensión que garantice su vejez, requerirá de que sus nietos tengan la formación académica pertinente para que lo anterior siga funcionando, en un entorno donde cada vez la mano de obra debe ser más cualificada. Hasta aquí, todo es relativamente obvio si tenemos en cuenta que somos el séptimo país más poblado de la UE, precedidos por Italia. Entre nuestros 46 millones de españoles se encuentran los pensionistas, que cobran una media de mil euros frente a los 587 euros de Reino Unido, o 538 euros de Dinamarca. Viendo esta foto fija cualquier fondo de inversión, cualquier multinacional de la salud, detecta enseguida "un nicho de mercado fantástico" si se dan las condiciones adecuadas: que la renta per cápita encaje y que las circunstancias vayan abocando "a los potenciales clientes" a ello. Dicho de otra forma, nuestro PIB ya ha rebasado varias veces al de Italia, y media docena de comunidades se sitúan por encima de la renta per cápita europea; dinero hay, ahora solo hace falta que dejemos de ahorrar en ladrillo y que "El Estado del Bien Estar" sea "el del mal estar" enarbolando el sempiterno mantra de la crisis. En ese momento, donde la sanidad pública se demora y no cubre todo lo que cubría, donde escuchamos todos los días que la caja de las pensiones no va a durar más de dos telediarios... Es en ese escenario donde grupos como Quirón salud se han hecho a marchas forzadas con todos los hospitales privados que han podido para hacer un paquete atractivo a la mayor corporación de salud europea, la alemana Helios, parece que todo indica que lo siguiente serán bocados más grandes para corporaciones de salud o fondos de inversión, seguramente americanos. Y, puede que esta vez, ya no sean hospitales privados, como ya hemos podido ver en un intento fallido en la Comunidad de Madrid.

Al final, estudiará el que pueda pagar una universidad privada; contará a sus hijos lo que fue el cáncer quién disponga de un seguro médico que se lo cubra a tiempo; y podrá disfrutar de un retiro después de una vida de trabajo, si ha tenido la suerte de poder pagar un plan de pensiones en vez de las facturas de sus hijos y nietos, que seguramente seguirán conviviendo juntos por culpa de unos contratos basura que no les han permitido independizarse, ni cotizar lo que requiere un país para mantener su sanidad, educación y a sus jubilados. Pero, no se engañen, nada es fruto de la casualidad.