Bélgica se ha convertido a lo largo de los últimos años en uno de los destinos predilectos de los españoles que trabajan en el ámbito de la sanidad y que han emigrado a raíz de la crisis económica que convirtió el ejercicio de profesiones como la enfermería o la fisioterapia en trabajos precarios e inseguros.

Luna Rodríguez, una enfermera de 26 años que trabaja actualmente en una clínica belga para ancianos con alzhéimer, explica que emigró a Bélgica por lo mismo "por lo que se vinieron muchas personas jóvenes, por trabajo". "Yo me vine y al día siguiente ya tenía un contrato indefinido", relató esta cordobesa, que envió su currículum a unas pocas empresas dos semanas antes de iniciar su aventura belga y en la primera entrevista, un día después de aterrizar en Bruselas, fue contratada.

Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), Bélgica se sitúa desde 2009 en cuarta posición en la lista de países de destino dentro de la Unión Europea (UE) para los emigrantes españoles y el flujo de expatriados españoles no ha dejado de crecer desde 2008, cuando se empezaron a contabilizar estos movimientos.

Nuevos emigrantes

Solo en 2015 llegaron a Bélgica 1.973 nuevos inmigrantes españoles, en comparación con los 873 que dejaron España para buscar un futuro en este país en 2008. No existe, sin embargo, la posibilidad de saber cuántos de los 59.144 españoles registrados como residentes en este país se dedican al ámbito de la sanidad, señala el consulado de España en Bruselas.

Para Javier Herrero, leonés de 29 años que trabaja en Bruselas como terapeuta ocupacional por las mañanas y como fisioterapeuta autónomo por las tardes, el mayor obstáculo al llegar fue el idioma. Pese a que él había estudiado francés previamente, "cuando llegas aquí te das cuenta de que no tienes ni idea", explicó a Efe.

Homologación de estudios

El otro gran problema que señalan los sanitarios españoles consultados es la homologación de la formación universitaria, que no es complicada para quienes poseen un título de grado, pero que puede tardar más de cuatro meses para quienes vienen de las extintas diplomaturas o licenciaturas.