Es de preocupación que a estas fechas no se haya logrado la estabilidad de un gobierno, que tanto precisa España, para poder representarnos donde quiera que sea, con la digna responsabilidad cuando tantos asuntos de Estado, navegan a la deriva.

Temo dar mi modesta opinión sobre la terquedad de quien no hace nada para evitarlo. A ellos, a la mayor parte de los que están en el ajo, no les importa el pueblo, los ciudadanos, solo están muy pendientes de un posible cargo público. Ahora cuando estábamos viendo algunos brotes verdes -como nos decía el Sr. Zapatero- no tenemos la suerte de ver formado un gobierno serio y haya que recurrir a varios partidos para formarlo, ojala no lo veamos como al perro flaco, cargado de pulgas. O sea, que todos quieran mandar, para acabar mal. Experiencias que lamentablemente ya muchos tenemos.

Urge ese gobierno, con agallas, donde hay mucho que trabajar, y dé la cara -sin necesidad de partirla con malos modales- y lograr entendimientos, para corregir muchos de los problemas que tenemos. Claro que la oposición tiene todo el derecho y obligación de acusar todo aquello que considere anormal; también a saber acceder a soluciones. Un Gobierno para enfrentarse con muchos problemas en que tiene que dar la cara, con justicia pero contundente: económicas, sociales, independentismo, terrorismo entre otros muchos por enumerar.

Y ahora tenemos -para Galicia principalmente- el temor por muchas razones: ¿De que va ser, con las obras en ejecución que con magnífica mano estaba llevando a buen fin la exministra de Fomento, en toda España, doña Ana Pastor? Ante la posibilidad que el nuevo gobierno, como oportunamente insinuó Albert Rivera -como buen catalán- que, "la alta velocidad" para Galicia no era necesaria -aun cuando posteriormente rectificara- (en su visita a Galicia). Y no olvidamos lo que en su día dijo sobre Galicia para desechar esta obra, doña Magdalena Álvarez, entonces en ese cargo, (la que en pasados días fue imputada por anormal actuación que no vamos a juzgar). O como la dejó, nuestro paisano, del que se esperaba el éxito con simpatía, don José Blanco, del que también se hablará.

Ahora, dadas la circunstancias y no persistan en la terquedad infantil que nos vienen ofreciendo todos los partidos políticos y logren entenderse para formar ese gobierno, nos queda la duda una vez que, la ministra, ahora presidenta del Congreso de los Diputados, doña Ana Pastor -a la que felicitamos- ¿veremos ultimada la citada obra, entre otras en ejecución como de realizarse la aprobada para su entrada en Vigo? Lo que para esta ciudad sería propio para concederle a la señora Pastor, la mejor medalla de todos los reconocimientos habidos.